y en el de Hazan á la galeota de Alí, que era bajel mayor y acomodado para cualquier cargo ó viaje, y ser los remeros cristianos, los cuales contentos con la alcanzada libertad y con muchas cosas que Ricardo repartió entre todos, se ofrecieron de llevarle hasta Trápana, y aun hasta el cabo del mundo, si quisiese: y con esto Mahamut y Ricardo llenos de gozo por el buen suceso, se fueron á la mora Halima, y la dijeron que si queria volverse á Chipre, que con las buenas boyas le armarian su mismo bajel, y le darian la mitad de las riquezas que habia embarcado; mas ella, que en tanta calamidad aun no habia perdido el cariño y amor que á Ricardo tenia, dijo que queria irse con ellos á tierra de cristianos, de lo cual sus padres se holgaron en estremo. El cadí volvió en su acuerdo, y le curaron como la ocasion les dió lugar, á quien tambien dijeron que escogiese una de dos: ó que se dejase llevar á tierra de cristianos, ó volverse en su mismo bajel á Nicosia. El respondió que ya que la fortuna le habia traido á tales términos, les agradecia la libertad que le daban, y que queria ir á Constantinopla á quejarse al Gran Señor del agravio que de Hazan y de Alí habia recebido; mas cuando supo que Halima le dejaba y se queria volver cristiana, estuvo en poco de perder juicio. En resolucion le armaron su bajel, y le proveyeron de todas las cosas necesarias para su viaje, y aun le dieron algunos cequíes de los que habian sido suyos, y despidiéndose de todos con determinacion de volverse á Nicosia, pidió ántes que se hiciese á la vela, que Leonisa le abrazase, que aquella merced y favor seria bastante para poner en olvido toda su desventura. Todos suplicaron á Leonisa diese aquel favor á quien tanto la queria, pues en ello no iria contra el decoro de su honestidad: hizo Leonisa lo que le rogaron, y el cadí le pidió le pusiese las manos sobre la cabeza, porque él llevase esperanzas de sanar de su herida: en todo le contentó Leonisa. Hecho esto, y habiendo dado un barreno al bajel de Hazan, favoreciéndoles un levante fresco que parecia que llamaba las velas para entregarse en ellas, se las dieron, y en breves horas perdieron de vista al bajel del cadí, el cual con lágrimas en los ojos estaba mirando cómo se llevaban los vientos su hacienda, su gusto, su mujer y su alma. Con diferentes pensamientos de los del cadí navegaban Ricardo y Mahamut; y así sin querer tocar en tierra en ninguna parte, pasaron á la vista de Alejandría de golfo lanzado; y sin amainar velas, y sin tener necesidad de aprovecharse de los remos, llegaron á la fuerte isla de Corfú, donde hicieron agua, y luego sin detenerse pasaron por los infamados riscos acroceraunos, y desde léjos al segundo dia descubrieron á Paquino, promontorio de
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El amante liberal.
Cervantes, Novelas.
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