Página:Cervantes - Novelas ejemplares, 1883.djvu/92

Esta página ha sido corregida
76
Novelas ejemplares.

habia dejado encargado hablase á Leonisa, pues para poderlo hacer le daria comodidad Mahamut, aunque Halima estuviese en casa. Leonisa acrecentó en Halima el torpe deseo y deshonesto amor, dándole muy buenas esperanzas que Mario haria todo lo que pudiese, pero que habia de dejar pasar primero dos lunas ántes que concediese con lo que deseaba él mucho mas que ella, y este tiempo y término pedia á causa que hacia una plegaria y oracion á Dios para que le diese libertad. Contentóse Halima de la disculpa y de la relacion de su querido Mario, à quien ella diera libertad ántes del término del voto, como él condescendiera con su deseo: y así rogó á Leonisa le rogase dispensase con el tiempo, y acortase la dilacion, que ella le ofrecia cuanto el cadí pidiese por su rescate. Antes que Ricardo respondiese á su amo, se aconsejó con Mahamut de qué le responderia: y acordaron entre los dos que le desesperase, y le aconsejase que lo mas presto que pudiese la llevase á Constantinopla, y que en el camino ó por grado ó por fuerza alcanzaria su deseo; y que para el inconveniente que se podia ofrecer de cumplir con el Gran Señor, seria bueno comprar otra esclava, y en el viaje fingir ó hacer de modo como Leonisa cayese enferma, y que una noche echarian la cristiana comprada á la mar, diciendo que era Leonisa la cautiva del Gran Señor que se habia muerto; y que esto se podia hacer y se haria en modo que jamas la verdad fuese descubierta, y él quedase sin culpa con el Gran Señor, y con el cumplimiento de su voluntad; y que para la duracion de su gusto despues se daria traza conveniente y mas provechosa. Estaba tan ciego el mísero y anciano cadí, que si otros mil disparates le dijeran, como fueran encaminados á cumplir sus esperanzas, todos los creyera, cuanto mas que le pareció que todo lo que decian llevaba buen camino y prometia próspero suceso: y así era la verdad, si la intencion de los dos consejeros no fuera levantarse con el bajel y darle á él la muerte en pago de sus locos pensamientos. Ofreciósele al cadí otra dificultad á su parecer mayor de las que en aquel caso se le podian ofrecer; y era pensar que su mujer Halima no le habia de dejar ir á Constantinopla, si no la llevaba consigo; pero presto la facilitó, diciendo que en cambio de la cristiana que habian de comprar para que muriese por Leonisa, serviria Halima, de quien deseaba librarse mas que de la muerte. Con la misma facilidad que él lo pensó, con la misma se lo concedieron Mahamut y Ricardo; y quedando firmes en esto, aquel mismo dia dió cuenta el cadí á Halima del viaje que pensaba hacer á Constantinopla á llevar la cristiana al Gran Señor, de cuya liberalidad esperaba que le hiciese gran cadí del Cairo ó de Constantinopla. Halima le dijo que le parecia muy bien su