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Novelas ejemplares.

él con ménos inclinacion le saludó: luego se entró Alí en el pabellon de Hazan, y los turcos le subieron sobre un poderoso caballo ricamente aderezado, y trayéndole á la redonda de las tiendas y por todo un buen espacio de la campaña, daban voces y gritos, diciendo en su lengua: Viva, viva Soliman sultan, y Hazan bajá en su nombre: repitieron esto muchas veces, reforzando las voces y los alaridos, y luego le volvieron a la tienda, donde habia quedado Alí bajá, el cual con el cadí y Hazan se encerraron en ella por espacio de una hora solos. Dijo Mahamut á Ricardo, que se habia encerrado á tratar de lo que convenia hacer en la ciudad acerca de las obras que allí dejaba comenzadas. De allí á poco tiempo salió el cadí á la puerta de la tienda, y dijo á voces en lengua turquesca, arábiga y griega, que todos los que quisiesen entrar á pedir justicia, ó otra cosa contra Alí bajá, podrian entrar libremente, que allí estaba Hazan bajá, á quien el Gran Señor enviaba por virey de Chipre, que les guardaria toda razon y justicia. Con esta licencia los genízaros dejaron desocupada la puerta de la tienda, y dieron lugar á que entrasen los que quisiesen. Mahamut hizo que entrase con él Ricardo, que por ser esclavo de Hazan no se le impidió la entrada. Entraron á pedir justicia, así griegos cristianos como algunos turcos, y todos de cosas de tan poca importancia, que las mas despachó el cadí sin dar traslado á la parte, sin autos, demandas ni respuestas, que todas las causas (si no son las matrimoniales) se despachan en pié y en un punto, mas á juicio de buen varon que por ley alguna: y entre aquellos bárbaros, si lo son en esto, el cadí es el juez competente de todas las causas, que las abrevia en la uña, y las sentencia en un soplo, sin que haya apelacion de su sentencia para otro tribunal. En esto entró un chauz, que es como alguacil, y dijo que estaba á la puerta de la tienda un judío, que traia á vender una hermosísima cristiana: mandó el cadí que le hiciese entrar: salió el chauz, y volvió á entrar luego, y con él un venerable judío que traia de la mano á una mujer vestida en hábito berberisco, tan bien aderezada y compuesta, que no lo pudiera estar tan bien la mas rica mora de Fez ni de Marruecos, que en aderezarse llevan la ventaja á todas las africanas, aunque entren las de Argel sus perlas tantas: ven cubierto el rostro con un tafetan carmesí; por las gargantas de los piés que se descubrian, parecian dos carcajes (que así se llaman las manillas en arábigo), al parecer de puro oro; y en los brazos, que asimismo por una camisa de cendal delgado se descubrian ó traslucian, traia otros carcajes de oro sembrados de muchas perlas: en resolucion, en cuanto al traje, ella venia rica y gallardamente aderezada. Admirados desta primera vista el