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Novelas ejemplares.

interes la cólera. Otro dia por la mañana, alzando bandera de paz volvieron á Trápana: aquella noche la pasé con el dolor que imaginarse puede, no tanto por el que mis heridas me causaban, cuanto por imaginar el peligro en que la cruel enemiga mia entre aquellos bárbaros estaba. Llegados pues como digo á la ciudad, entró en el puerto la una galeota, y la otra se quedó fuera: coronóse luego todo el puerto y la ribera toda de cristianos, el lindo de Cornelio desde lejos estaba mirando lo que en la galeota pasaba: acudió luego un mayordomo mio á tratar de mi rescate, al cual dije que en ninguna manera tratase de mi libertad sino de la de Leonisa, y que diese por ella todo cuanto valia mi hacienda, y mas le ordené que volviese á tierra, y dijese á los padres de Leonisa, que le dejasen á él tratar de la libertad de su hija, y que no se pusiesen en trabajo por ella. Hecho esto, el arraez principal, que era un renegado griego llamado Yzuf, pidió por Leonisa seis mil escudos, y por mí cuatro mil, añadiendo que no daria el uno sin el otro: pidió esta gran suma, segun despues supe, porque estaba enamorado de Leonisa, y no quisiera él rescatarla sino darla al arraez de la otra galeota, con quien habia de partir las presas que se hiciesen por mitad, á mí en precio de cuatro mil escudos, y mil en dinero que hacian cinco mil, y quedarse con Leonisa por otros cinco mil: y esta fué la causa porque nos apreció á los dos en diez mil escudos. Los padres de Leonisa no ofrecieron de su parte nada, atenidos á la promesa que de mi parte mi mayordomo les habia hecho: ni Cornelio movió los labios en su provecho; y así despues de muchas demandas y respuestas, concluyó mi mayordomo en dar por Leonisa cinco mil, y por mí tres mil escudos. Aceptó Yzuf este partido forzado de las persuasiones de su compañero y de lo que todos sus soldados le decian; mas como mi mayordomo no tenia junta tanta cantidad de dineros, pidió tres dias de término para juntarlos, con intencion de malbaratar mi hacienda hasta cumplir el rescate. Holgóse desto Yzuf, pensando hallar en este tiempo ocasion para que el concierto no pasase adelante, y volviéndose á la isla de la Fabiana, dijo que llegado el término de los tres dias volveria por el dinero. Pero la ingrata fortuna, no cansada de maltratarme, ordenó que estando desde lo mas alto de la isla puesta á la guarda una centinela de los turcos, bien dentro á la mar descubrió seis velas latinas, y entendió, como fué verdad, que debian ser ó la escuadra de Malta, algunas de las de Sicilia: bajó corriendo á dar la nueva, y en un pensamiento se embarcaIron los turcos que estaban en tierra, cuál guisando de comer, cuál lavando su ropa, y zarpando con no vista presteza dieron al agua los remos y al viento las velas, y puestas las