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La jitanilla.

Tu nombre, ¡oh Jitanilla!
Causando asombro, espanto y maravilla,
La fama yo quisiera
Que le llevara hasta la octava esfera.
C. Que le llevara hasta la octava esfera
Fuera decente y justo,
Dando á los cielos gusto
Cuando el son de su nombre allá se oyera;
Y en la tierra causara
Por donde el dulce nombre resonara
Música en los oidos,
Paz en las almas, gloria en los sentidos.
A. Paz en las almas, gloria en los sentidos
Se siente cuando canta
La sirena que encanta,
Y adormece á los mas apercebidos:
Y tal es mi Preciosa,
Que es lo ménos que tiene ser hermosa:
Dulce regalo mio,
Corona del donaire, honor del brio.
C. Corona del donaire, honor del brio
Eres, bella Jitana,
Frescor de la mañana,
Céfiro blando en el ardiente estío:
Rayo con que amor ciego
Convierte el pecho mas de nieve en fuego:
Fuerza que ansí la hace
Que blandamente mata y satisface.

Señales iban dando de no acabar tan presto el libre y el cautivo, si no sonara á sus espaldas la voz de Preciosa que las suyas habia escuchado: suspendiólos el oirla, y sin moverse, prestándola maravillosa atencion, la escucharan: ella (no sé si de improviso, ó si en algun tiempo los versos que cantaba le compusieron) con estremada gracia, como si para responderles fueran hechos, cantó los siguientes.

En esta empresa amorosa
Donde el amor entretengo,
Por mayor ventura tengo
Ser honesta que hermosa.
La que es mas humilde planta,
Si la subida endereza
Por gracia ó naturaleza,
A los cielos se levanta.
En este mi bajo cobre
Siendo honestidad su esmalte,
No hay buen deseo que falte,
Ni riqueza que no sobre.
No me causa alguna pena
No quererme ó no estimarme;
Que yo pienso fabricarme
Mi suerte y ventura buena.

Haga yo lo que en mí es
Que á ser buena me encamine,
Y haga el cielo y determine
Lo que quisiere despues.
Quiero ver si la belleza
Tiene tal prerogativa,
Que me encumbre tan arriba
Que aspire á mayor alteza.
Si las almas son iguales,
Podrá la de un labrador
Igualarse por valor
Con las que son imperiales.
De la mia lo que siento
Me sube al grado mayor,
Porque majestad y amor
No tienen un mismo asiento.

Aquí dió fin Preciosa á su canto, y Andres y Clemente se levantaron á recebilla: pasaron entre los tres discretas razones, y Preciosa descubrió en las suyas su discrecion, su honestidad y su agudeza, de tal manera que en Clemente halló