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Novelas ejemplares.

desnudo en carnes, y en la cabeza puesta una corona de cipres esperando el filo de la media noche, para salir de la tinaja á cavar y sacar un gran tesoro que ella le habia hecho creer que estaba en cierta parte de su casa: dijo que como oyó el buen gorrero tocar á maitines, por no perder la coyuntura se dió tanta priesa á salir de la tinaja, que dió con ella y con él en el suelo, y con el golpe y con los cascos se magulló las carnes, derramándose el agua, y él quedó nadando en ella y dando voces, que se anegaba: acudieron al momento su mujer y sus vecinos con luces, y halláronle haciendo efectos de nadador, soplando y arrastrando la barriga por el suelo, y meneando los brazos y las piernas con mucha priesa, y diciendo á grandes voces: Socorro, señores, que me ahogo; tal le tenia el miedo, que verdaderamente pensó que se ahogaba: abrazáronse con él, sacáronle de aquel peligro, volvió en sí, contó la burla de la jitana, y con todo eso cavó en la parte señalada mas de un estado en hondo, á pesar de todos cuantos le decian que era embuste mio; y si no se lo estorbara un vecino suyo, que tocaba ya en los cimientos de su casa, él diera con entrambas en el suelo, si le dejaran cavar todo cuanto él quisiera: súpose este cuento por toda la ciudad, y hasta los muchachos le señalaban con el dedo, y contaban su credulidad y mi embuste: esto contó la jitana vieja, y esto dió por escusa para no ir á Sevilla. Los jitanos, que ya sabian de Andres Caballero que el mozo traia dineros en cantidad, con facilidad le acogieron en su compañía y se ofrecieron de guardarle y encubrirle todo el tiempo que él quisiese, y determinaron de torcer el camino á mano izquier da, y entrarse en la Mancha, y en el reino de Murcia: llamaron al mozo y diéronle cuenta de lo que pensaban hacer por él; él se lo agradeció, y dió cien escudos de oro para que los repartiesen entre todos. Con esta dádiva quedaron mas blandos que unas martas: solo á Preciosa no contentó mucho la quedada de D. Sancho (que así dijo el mozo que se llamaba), pero los jitanos se lo mudaron en el de Clemente, y así le llamaron desde allí adelante: tambien quedó un poco torcido Andres, y no bien satisfecho de haberse quedado Clemente, por parecerle que con poco fundamento habia dejado sus primeros designios; mas Clemente como si le leyera la intencion, entre otras cosas le dijo se holgaba de ir al reino de Murcia por estar cerca de Cartagena, adonde si viniesen galeras, como él pensaba que habian de venir, pudiese con facilidad pasar á Italia. Finalmente, por traerle mas ante los ojos, y mirar sus acciones, y escudriñar sus pensamientos, quiso Andres que fuese Clemente su camarada, y Clemente tuvo esta amistad por gran favor que se le hacia: