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Novelas ejemplares.

habian aprovechado. Finalmente, el doblon de dos caras se le dieron á Preciosa; y ella dijo á sus compañeras que le trocaria y repartiria con ellas hidalgamente. El padre de Andres le dijo que le dejase por escrito las palabras que habia dicho á D. Juan, que las queria saber en todo caso. Ella dijo que las diria de muy buena gana, y que entendiesen que aunque parecian cosa de burla, tenian gracia especial para preservar del mal el corazon y los vaguidos de cabeza, y que las palabras eran:

Cabecita, cabecita,
Tente en tí, no te resbales,
Y apareja dos puntales
De la paciencia bendita.
Solicita
La bonita
Confiancita,

No te inclines
A pensamientos ruïnes,
Verás cosas
Que toquen en milagrosas,
Dios delante
Y San Cristóbal gigante.

Con la mitad destas palabras que le digan, y con seis cruces que le hagan sobre el corazon á la persona que tuviere vaguidos de cabeza, dijo Preciosa, quedará como una manzana. Cuando la jitana vieja oyó el ensalmo y el embuste, quedó pasmada, y mas lo quedó Andres que vió que todo era invencion de su agudo ingenio. Quedáronse con el soneto, porque no quiso pedirle Preciosa, por no dar otro tártago á Andres que ya sabia ella sin ser enseñada lo que era dar sustos, martelos y sobresaltos celosos á los rendidos amantes. Despidiéronse las jitanas, y al irse dijo Preciosa á D. Juan: Mire, señor, cualquiera dia de esta semana es próspero para partidas, y ninguno es aciago; apresure el irse lo mas presto que pudiere, que le aguarda una vida ancha, libre y muy gustosa, si quiere acomodarse á ella. No es tan libre la del soldado, á mi parecer, respondió D. Juan, que no tenga mas de sujecion que de libertad; pero con todo esto haré como viere. Mas veréis de lo que pensais, respondió Preciosa, y Dios os lleve y traiga con bien como vuestra buena presencia merece. Con estas últimas palabras quedó contento Andres, y las jitanas se fueron contentísimas: trocaron el doblon, repartiéronle entre todas igualmente, aunque la vieja guardiana llevaba siempre parte y media de lo que se juntaba, así por la mayoridad, como por ser ella aguja por quien se guiaban en el maremagno de sus bailes, donaires, y aun de sus embustes.

Llegóse en fin el dia que Andres Caballero se apareció una mañana en el primer lugar de su aparecimiento sobre una mula de alquiler, sin criado alguno; halló en él á Preciosa y á su abuela, de las cuales conocido, le recibieron con mucho gusto. El les dijo que le guiasen al rancho ántes que entrase el dia, y con él se descubriesen las señas que llevaba, si acaso le buscasen: ellas, que como advertidas vi-