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Rinconete y Cortadillo.

lo que hubiere caido, sin agraviar á nadie. A Rinconete el bueno y á Cortadillo se les da por distrito hasta el domingo, desde la torre del Oro por defuera de la ciudad, hasta el postigo del Alcázar, donde se puede trabajar á sentadillas con sus flores: que yo he visto á otros de ménos habilidad que ellos salir cada dia con mas de veinte reales en menudos, amen de la plata, con una baraja sola, y esa con cuatro naipes ménos: este distrito os enseñará Ganchoso; y aunque os estendais hasta San Sebastian y Sautelmo, importa poco, puesto que es justicia mera mista, que nadie se entre en pertenencia de nadie. Besáronle la mano los dos por la merced que se les hacia, y ofreciéronse á hacer su oficio bien y fielmente, con toda diligencia y recato. Sacó en esto Mompodio un papel doblado de la capilla de la capa, donde estaba la lista de los cofrades, y dijo á Rinconete que pusiese allí su nombre y el de Cortadillo; mas porque no habia tintero le dió el papel para que lo llevase, y en el primer boticario los escribiese, poniendo: Rinconete y Cortadillo cofrades: noviciado ninguno: Rinconete floreo, Cortadillo bajon, y el dia, mes y año, callando padres y patria. Estando en esto entró uno de los viejos abispones, y dijo: Vengo á decir á vuesas mercedes como agora topé en Gradas á Lobillo el de Málaga, y díceme que viene mejorado en su arte de tal manera, que con naipe limpio quitará el dinero al mismo Satanas, y que por venir maltratado no viene luego á registrarse, y á dar la sólita obediencia; pero que el domingo será aquí sin falta. Siempre se me asentó á mí, dijo Mompodio, que este Lobillo habia de ser único en su arte, porque tiene las mejores y mas acomodadas manos para ello, que se pueden desear; que para ser uno buen oficial en su oficio, tanto ha menester los buenos instrumentos con que le ejercita, como el ingenio con que le aprende. Tambien topé, dijo el viejo, en una casa de posadas en la calle de Tintores, al judío en hábito de clérigo, que se ha ido á posar allí, por tener noticia que dos peruleros viven en la misma casa, y querria ver si pudiese trabar juego con ellos, aunque fuese de poca cantidad, que de allí podria venir á mucha: dice tambien que el domingo no faltará de la junta y dará cuenta de su persona. Ese judío tambien, dijo Mompodio, es gran sacre, y tiene gran conocimiento; dias ha que no le he visto, y no lo hace bien; pues á fe que si no se enmienda, que yo le deshaga la corona, que no tiene mas órdenes el ladron, que las que tiene el turco, ni sabe mas latin que mi madre: ¿hay mas de nuevo? No, dijo el viejo, á lo ménos que yo sepa. Pues sea en buen hora, dijo Mompodio; voacedes tomen esta miseria, y repartió entre todos hasta cuarenta reales, el domingo

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