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Rinconete y Cortadillo.

al amo, de la cantidad que pueda llevar su rostro, haga cuenta que ya se la está curando. Como eso sea, respondió el galan, de muy entera voluntad y gana pagaré la una y la otra por entero. No dude en esto, dijo Mompodio, mas que. en ser cristiano, que Chiquiznaque se la dará pintiparada, de manera que parezca que allí se le nació. Pues con esa seguridad y promesa, respondió el caballero, recíbase esta cadena en prendas de los veinte ducados atrasados y de cuarenta que ofrezco por la venidera cuchillada: pesa mil reales, y podria ser que se quedase rematada, porque traigo entre ojos que serán menester otros catorce puntos antes de mucho: quitóse en esto una cadena de vueltas menudas del cuello, y diósela á Mompodio, que al tocar y al peso bien vió que no era de alquimia. Mompodio la recebió con mucho contento y cortesía, porque era en estremo bien criado: la ejecucion quedó á cargo de Chiquiznaque, que solo tomó término de aquella noche. Fuése muy satisfecho el caballero, y luego Mompodio llamó á todos los ausentes y azorados: bajaron todos, y poniéndose Mompodio en medio dellos, sacó un libro de memoria que traia en la capilla de la capa, y diósele á Rinconete que leyese, porque él no sabia leer. Abriólo Rinconete, y en la primera hoja vió que decia:

MEMORIA DE LAS CUCHILLADAS QUE SE HAN DE DAR ESTA
SEMANA.

La primera al mercader de la encrucijada: vale cincuenta escudos: están recebidos treinta á buena cuenta. Secutor, Chiquiznaque.

No creo que haya otra, hijo, dijo Mompodio: pasa adelante, y mira donde dice: Memoria de palos. Volvió la hoja Rinconete, y vió que en otra estaba escrito: Memoria de palos. Y mas abajo decia:

Al bodegonero de la Alfalfa doce palos de mayor cuantía, á escudo cada uno: están dados á buena cuenta ocho: el término seis dias. Secutor, Maniferro.

Bien podia borrarse esa partida, dijo Maniferro, porque esta noche traeré finiquito della. ¿Hay mas, hijo? dijo Mompodio. Sí, otra, respondió Rinconete, que dice así:

Al sastre corcobado, que por mal nombre se llama el Silguero, seis palos de mayor cuantía á pedimento de la dama que dejó la gargantilla. Secutor, el Desmochado.

Maravillado estoy, dijo Mompodio, cómo todavía está esa partida en ser; sin duda alguna debe de estar mal dispuesto el Desmochado, pues son dos dias pasados del término, y no ha dado puntada en esta obra. Yo le topé ayer, dijo Mani-