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Rinconete y Cortadillo.

enojada mia; por tu vida que te sosiegues, ansí te veas casada. ¿Casada yo, malino? respondió la Cariharta; mira en qué tecla toca; ya quisieras tú que lo fuera contigo, y ántes lo seria yo con una notomia de muerte, que contigo. Ea, boba, replicó Repolido, acabemos ya, que es tarde, y mire no se ensanche por verme hablar tan manso, y venir tan rendido, porque vive el dador, si se me sube la cólera al campanario, que sea peor la recaida que la caida; humíllese, y humillémonos todos, y no demos de comer al diablo. Y aun de cenar le daria yo, dijo la Cariharta, porque te llevase donde nunca mas mis ojos te viesen. ¿No os digo yo? dijo Repolido; por Dios, que voy oliendo, señora trinquete, que lo tengo de echar todo á doce, aunque nunca se venda. A esto dijo Mompodio: En mi presencia no ha de haber demasías: la Cariharta saldrá, no por amenazas, sino por amor mio, y todo se hará bien; que las riñas entre los que bien se quieren, son causa de mayor gusto cuando se hacen las paces: ¡ah, Juliana, ah niña, ah Cariharta mia, sal acá fuera por mi amor, que yo haré que el Repolido te pida perdon de rodillas. Como él eso haga, dijo la Escalanta, todas seremos en su favor y en rogar á Juliana salga acá fuera. Si esto ha de ir por via de rendimiento que güela á menoscabo de la persona, dijo el Repolido, no me rendiré á un ejército formado de esguízaros; mas si es por via de que la Cariharta gusta dello, no digo yo hincarme de rodillas, pero un clavo me hincaré por la frente en su servicio. Riéronse desto Chiquiznaque y Maniferro, de lo cual se enojó tanto el Repolido, pensando que hacian burla dél, que dijo con muestras de infinita cólera: Cualquiera que se riere ó se pensase reir de lo que la Cariharta contra mí, ó yo contra ella, hemos dicho ó dijéremos, digo que miente y mentirá todas las veces que se riere ó lo pensare, como ya he dicho. Miráronse Chiquiznaque y Maniferro de tan mal garbo y talle, que advirtió Mompodio que pararia en un gran mal, si no lo remediaba; y así poniéndose luego en medio dellos, dijo: No pasen mas adelante, caballeros, cesen aquí palabras mayores, y desháganse entre los dientes; y pues las que se han dicho no llegan á la cintura, nadie las tome por sí. Bien seguros estamos, respondió Chiquiznaque, que no se dijeron ni dirán semejantes monitorios por nosotros; que si se hubiera imaginado que se decian, en manos estaba el pandero que lo supieran bien tañer. Tambien tenemos acá pandero, seor Chiquiznaque, replicó el Repolido, y tambien si fuere menester sabremos tocar los cascabeles, ya he dicho que el que se huelga, miente; y quien otra cosa pensare, sígame, que con un palmo de espada ménos hará el hombre que sea lo dicho dicho; y diciendo esto, se iba á salir por la puerta