Página:Cervantes - Novelas ejemplares, 1883.djvu/118

Esta página ha sido corregida
102
Novelas ejemplares.

la canasta de colar atestada de lo que Dios ha sido servido; y así fué verdad, porque al instante entró un muchacho con una canasta de colar cubierta con una sábana. Alegráronse todos con la entrada de Silbato, y al momento mandó sacar Mompodio una de las esteras de enea que estaban en el aposento, y tenderla en medio del patio; y ordenó asimismo que todos se sentasen á la redonda; porque en eortando la cólera se trataria de lo que mas conviniese. A esto dijo la vieja que habia rezado á la imágen: Hijo Mompodio, yo no estoy para fiestas, porque tengo un vaguido de cabeza dos dias ha que me trae loca, y mas, que antes que sea mediodía tengo de ir á cumplir mis devociones, y poner mis candelicas á nuestra Señora de las Aguas, y al santo Crucifijo de santo Agustin, que no lo dejaria de hacer, si nevase y ventiscase: lo que he venido es que anoche el Renegado y Centopiés llevaron á mi casa una canasta de colar algo mayor que la presente, llena de ropa blanca, y en Dios y en mi ánima que venia con su cernada y todo, que los pobretes no debieron de tener lugar de quitalla, y venian sudando la gota tan gorda, que era una compasion verlos entrar jadeando y corriendo agua de sus rostros, que parecian unos angelicos: dijéronme que iban en seguimiento de un ganadero que habia pesado ciertos carneros en la carnicería, por ver si le podian dar un tiento en un grandísimo gato de reales que llevaba: no desembanastaron ni contaron la ropa, fiados en la entereza de mi conciencia, y así me cumpla Dios mis buenos deseos y nos libre á todos de poder de justicia, que no he tocado la canasta, y que se está tan entera como cuando nació. Todo se le cree, señora madre, respondió Mompodio, y estése así la canasta, que yo iré allá á boca de sorna, y haré cala y cata de lo que tiene, y daré á cada uno lo que le tocare, bien y fielmente, como tengo de costumbre. Sea como vos lo ordenáredes, hijo, respondió la vieja, y porque se me hace tarde, dadme un traguillo si teneis, para consolar este estómago, que tan desmayado anda de contino. Y ¿qué tal lo beberéis, madre mia? dijo á esta sazon la Escalanta, que así se llamaba la compañera de la Gananciosa: y descubriendo la canasta, se manifestó una bota á modo de cuero, con hasta dos arrobas de vino, y un corcho que podria caber sosegadamente y sin apremio hasta una azumbre, y llevándole la Escalanta, se le puso en las manos á la devotísima vieja, la cual tomándole con ambas manos, y habiéndole soplado un poco de espuma, dijo: Mucho echaste, hija Escalanta, pero Dios dará fuerzas para todo; y aplicándosele á los labios, de un tiron y sin tomar aliento lo trasegó del corcho al estómago, y acabó diciendo: De Guadalcanal es, y aun tiene un es no es de yeso el señorico; Dios te consuele, hija, que así