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Novelas ejemplares.

el uno del otro, el que parecia de mas edad dijo al mas pequeño: ¿De qué tierra es vuesa merced, señor gentilhombre, y para dónde bueno camina? Mi tierra, señor caballero, respondió el preguntado, no la sé, ni para dónde camino tampoco. Pues en verdad, dijo el mayor, que no parece vuesa merced del cielo, y que este no es lugar para hacer su asiento en él, que por fuerza se ha de pasar adelante. Así es, respondió el mediano; pero yo he dicho verdad en lo que he dicho, porque mi tierra no es mia, pues no tengo en ella mas de un padre que no me tiene por hijo, y una madrastra que me trata como alnado: el camino que llevo es á la ventura, y allí le daria fin donde hallase quien me diese lo necesario para pasar esta miserable vida. Y ¿sabe vuesa merced algun oficio? preguntó el grande; y el menor respondió: No sé otro sino que corro como una liebre, y salto como un gamo, y corto de tijera muy delicadamente. Todo eso es muy bueno, útil y provechoso, dijo el grande, porque habrá sacristan que le dé á vuesa merced la ofrenda de Todos Santos, porque para el Juéves Santo le corte florones de papel para el monumento. No es mi corte desa manera, respondió el menor, sino que mi padre por la misericordia del cielo es sastre y calcetero, y me enseñó á cortar antiparas, que como vuesa merced bien sabe, son medias calzas con avanpiés, que por su propio nombre se suelen llamar polainas; y córtolas tan bien, que en verdad que me podria examinar de maestro, si no que la corta suerte me tiene arrinconado. Todo eso y mas acontece por los buenos, respondió el grande, y siempre he oido decir que las buenas habilidades son las mas perdidas, pero aun edad tiene vuesa merced para enmendar su ventura: mas si yo no me engaño y el ojo no me miente, otras gracias tiene vuesa merced secretas, y no las quiere manifestar. Sí tengo, respondió el pequeño; pero no son para en público, como vuesa merced ha muy bien apuntado. A lo cual replicó el grande: Pues yo le sé decir que soy uno de los mas secretos mozos que en grande parte se pueden hallar; y para obligar vuesa merced que descubra su pecho y descanse conmigo, le quiero obligar con descubrirle el mio primero, porque imagino que no sin misterio nos ha juntado aquí la suerte, y pienso que habemos de ser, deste hasta el último dia de nuestra vida, verdaderos amigos. Yo, señor hidalgo, soy natural de la Fuenfrida, lugar conocido y famoso por los ilustres pasajeros que por él de contino pasan: mi nombre es Pedro del Rincon, mi padre es persona de calidad, porque es ministro de la Santa Cruzada, quiero decir, que es bulero ó buldero, como los llama el vulgo: algunos dias le acompañé en el oficio, y le aprendí de manera, que no daria ventaja en echar las bulas al que