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HISTORIADORES DE CHILE.

y resen este ejercicio entretenidos, trató Mollbunante, nuestro nuncio, de que aquella noche prosiguiésemos nuestro viaje, y como no ví que parecia el soldado Diego Zenteno, que juntamente habia de ir conmigo a rescatarse, dije cuidadoso, que adónde estaba el español que en cambio cate de Licanante, sobrino del cacique Pailamacho, habíamos de llevar; a que respondió mi amo, que las dilijencias se habian hecho, y aunque su dueño quedó a los principios de entregarle por sus pagas, despues cuando enviaron a traerle, no le hallaron en su casa, por haber salido para la costa a negocios que se le ofrecieron: y que esta era la causa de no poder llevarle con nosotros. Estas razones fueron para mí de gran disgusto, porque deseaba con extremo llevar a este soldado, que lo era de mi compañía, por haberle prometido hacer de mi parte lo posible por librarle de trabajos y peligros, cuando Dios fuese servido de que mi rescate se tratase: y esto fué en algunas ocasiones que nos vimos a los principios de nuestro cautiverio; y así me resolví a decirles, que yo no podia irme sin el soldado Diego Zenteno, por haber escrito al gobernador que le habia de llevar en mi compañía, por lo que ellos me dijieron que le escribiese, y que no seria razon que faltasen a lo que con él habian quedado y conmigo, para haber hecho el empeño en que me hallaba. Con esta mi resolucion entraron en consulta y determinaron enviar o despachar aquella noche por él, y traerlo sin dar parte a ninguno de los que con él asistian, que supuesto que el amo habia de ser pagado en volviendo, y satisfecho a su gusto, segun a los principios habia quedado dispuesto, que lo hallaban por acertado y conveniente para la ejecucion y cumplimiento de lo que estaba acordado de lo y tanto deseaba. Agradecíles grandemente la resolucion y arresto que hacian diciendo, que seria mui estimada y satisfecha la accion, así de los españoles como de los caciques presos, lastiumades y afijidos, y des los interesados deudos y parientes de Licanante, por quien estaba dispuesto y tratado su rescate. Con esto despacharon al instante por mi soldado, y aquella noche le acecharon a que saliese por agua al estero, como lo acostumbraba, y encontrándose con él, le significaron lo que le importaba callar la boca, y no hacer ruido y seguir a los habian ido en su demanda; el mancebo obedeció gustoso, y sin pensar halló lo que deseaba; subiéronle a las ancas de un caballo, y a toda priesa cojieron el camino, y al recebir las aves con sus sonorosas voces y gorjeos a la aurora, llegaron los mensajeros a nuestra presencia con el deseado cautivo; fué recebido con aplauso comun y alegres demostraciones, por la que con su vista manifestó mi afecto; llegué a echarle los brazos al amigo soldado y compañero en los trabajos, y sin poder hablarme una palabra, prorumpió en lágrimas tiernas sus razones, y en confusos suspiros sus consuelos, y ambos a dos quedamos de una suerte abrazados un buen rato, con lágrimas en el rostro de alegría, producidas del amor y de cristiano afecto que en nuestros corazones asistia. que yo que Grande gozo y consuelo recebimos de habernos visto al cabo de muof chos dias y próximos ya a tenerle colmado entre nosotros; con que se