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Mas no; pronto le vimos bajar cual si las nubes
gritáranle severas, su vuelo deteniendo:
“¡Baja, papel osado! Tu pretensión es vana.
¡Sólo los pajarillos tocarán nuestros velos!”
Y el barrilete iba bajando y alejándose...
¿Dónde a ocultar iría su vergüenza y despecho?
Iba hacia el horizonte donde tal vez las nubes
reservaban castigos a osados y soberbios.
E1 horizonte, muro de inconstantes colores
que limitaba el mundo, de casa no muy lejos,
era el eterno blanco de mi atención curiosa:
“El limite del mundo... ¿más allá qué? Misterio”.
Me veo en esa tarde de mi infancia lejana,
con Simón que acusaba no al audaz sino al viento,
y escuchar me parece de las nubes el grito:
"¡Sólo los pajarillos nuestros velos!"
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