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a la estrechez de su cárcel
y, ansiosa de libertad,
asomándose a los labios
sin cesar diciendo va,
no a los astros, a las piedras
con que tropiezo al andar:
"Escala de luz tendedme".
También las piedras luz dan
si quien se la pide logra
su corazón encontrar.
Oh el corazón de las piedras!
La escala se hace esperar
y el alma mía, impaciente,
sigue gimiendo detrás
de estos ojos que tan sólo
le sirven para llorar.