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A JESÚS


S

eñor, aquel día llamaste a mi puerta;

descanso pedías con tierno clamor...
Había en mi casa un asiento vacío...
mas, sin comprenderte, no escuché tu voz.

Señor, y aquel día venías hambriento...
sediento venías; mas aunque licor
había en mi mesa y manjares había,
yo, sin comprenderte, no escuché tu voz.