Iul.
Puſe la mano
en el coraçon, que es llano,
que te le ha dado y rendido,
y por eſſo te dezia
guarda aqueſte.
Ota.
Y dizes bien,
porque tus manos le den
y le guarde el alma mia.
Roſ.
Que divina diſcrecion,
de oyrla me marauillo,
dize que guarde el anillo,
y el pienſa que el coraçon,
matome el entendimiento,
ſi me rindio la hermoſura.
Ant. Por ti he tenido cordura.
Teo.
Lo que te aconſejo ſiento,
ceſe la fieſta que es tarde.
Ant. Achas ola.
Teo. Guardeos Dios.
Ant. Mañana hablemos los dos.
Doro. Prima a Dios.
Iul. El Cielo os guarde.
Iul.
Eſperate Celia aqui,
que tengo vn poco que hablarte.
Cel.
Bien tengo yo que contarte,
y mas ſi te importa a ti.
Iul.
Has viſto mas gallardia,
que la de aquel gentilhombre
que me hablo?
Cel. Sabes ſu nombre?
Iul.
No, mas ſaberle querria,
porque en la viſta primera
hizo tal efeto en mi,
que pienſo que el galáa fuy,
de atreuida y liſonjera,
Mas el oydo que ſe ponen,
echizos muchos mancebos,
con que a penſamientos nueuos
las mas altiuas diſponen,
y eſte ſin duda traya
algo deſtos, porque ya
ſin ſu viſta no podra
ſoſegar el alma mia.
Cel.
Buen lance auemos echado,
pero no juzgues a hechizo
lo que eſte mancebo hizo,
ſiendo en Verona eſtimado,
por ſu talle y diſcrecion,
de las mas hermoſas damas,
pero haz quenta ſi le amas
que es tu miſma perdicion,
porque eſte mozo es Roſelo,
hijo de Arnaldo cabeça
de aquel vando.
Iul.
Que triſteza
no me digas mas, ay Cielo.
Cel.
Pues bien de que es el peſar,
no fuera mejor auiſarte,
para que puedas guardarte,
quando te puedes guardar.
Iul.
Como puedo que le di
liuianamente la mano,
pero como eſſe villano
oſo Celia entrar aqui.
Cel.
A fe que vi yo tratar
a los viejos de matalle,
y quiera Dios que a la calle,
no le ſalgan a matar.
Iul.
Eſcucha valgame Dios,
aſomate mas no es nada,
toda eſtoy alborotada,
y va ſolo.
Cel.
Y otros dos,
pero Teobaldo tu tio
ſe yo que le reportaua.
Iul.
Para que eſte moço entraua
