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he conseguido que aprendas a comer. Hay que ser un poco más fina, hay que tener de- licadeza.
A ver mozo, traele una presita de pollo a la señora con papitas grillé. Bien a punto. Y esto que me has traído ¿qué es? ¿Perdices a la charretiera? Pero che, déjese de jo... amigo, yo no le he pedido eso. Gran put... para sacarle los pesos a uno sí que lo hacen bien. La última vez que piso esto, palabra, la última vez que piso.
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—No te enojes, hay que ser más compren- siva. Cómo podía detenerme ni saludarte si- quiera. No es que deje de estimarte querida, pero reflexiona un poquito, iba de uniforme, tú no te das cuenta el respeto que esto exige, y además uno de mis acompañantes era el juez de instrucción, muy conceptuado, muy recto, un personaje.
—El juez ese se acuesta conmigo. Es de- cir, se acostaba, pero reveló gustos extrava- gantes y lo despedí de casa.
—No seas insidiosa. El mal humor te pone mordaz. No hay que ser así. Cálmate. Yo te:
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