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—No sé.
—En cualquier parte te sabrá amargo.
—Creo que no, pero queda siempre un re- curso. Mi cuerpo es mío, comprar no es dar. Llevaré siempre esa ventaja.
Este baño tibio, esta gente que ahorra mis preocupaciones domésticas, este abrigo de pieles, estas medias de seda, estas camisas de fino encaje, esta mesa provista, este interior suntuoso, estos billetes nuevecitos que se re- nuevan siempre en mi cartera Y ESTE MOM- BRE QUE ENTRA Y QUE SALE FUR- TIVAMENTE; EL ROSTRO RUBICUN- DO. EL CUERPO EXHUBERANTE, LOS OJOS SAGACES, TODO EN EL ABUN- DANCIA Y VITALIDAD””
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Domingo.
Desolación y aburrimiento. Laxitud, tris- teza, desdicha.
—¿Nena, vamos al dancing?
Ojos ausentes, arrastradas palabras:
—Sí, pero no muy temprano.
