Esta página no ha sido corregida
— 46 —
viazgo que lo dijo todo: ansiedad, ternura, deseo y luego desilusión y descontento. Sin embargo me casé. Por temor a la severidad de mi padre en primer término, y luego por un recóndito anhelo de libertad que me bu- llía en el alma.
No odio a mi marido. No debe ser.
Malbarató mi vida. Pero todos fuimos ¿ju- guetes de idéntica fatalidad. El, yo, todos nosotros, todos los que vivimos naufragando en un mar sin puertos.