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apenas en sordo murmullo; hay que prestar mucha atención para atrapar las frases, pero la criatura, desde el hoyo de la cama presta toda la suya. A intervalos un hondo suspiro y un estremecimiento la sacuden. Ha llora- do mucho y en los suspiros va desanudándo- se la opresión. Tiene las manos quietecitas sobre las colchas para evitar el roce. Le due- len tanto que hasta parece que le quemara el dolor.
El tumulto de la calle entra al cuarto end bocanadas prepotentes.
La Linterna, El Diario, La Epoca...
La última noticia de hoy...
Diariooo.
Hay un movimiento de sillas en el comedor.
Ahora unos pasos que són los del padre y el resplandor de una luz que avanza antici- pándose. El corazón de la criatura, bajo la carne frágil y las colchas tibias palpita tré- mulo. Cierra los ojos y finge dormir. Se en- coje toda. Los párpados se entreabren, mie- dosos, cuando ya el resplandor amarillo y vi- brante no cae sobre ellos.
Los pasos se han unido a otros pasos y se alejan. Tras ellos va el último oleaje de luz.
En la pieza contigúa, padre y madre bus- can reposo y acaso amor. La niña no pien-
