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corrompen los cimientos de la sociedad, per- vierten las costumbres.
—Vamos, che; vamos; a ver si te la piyaste en serio. ¿Qué es eso de la moral? Y el Ale- mán no te pasa una subvención para poder vender cocaína? ¿Y cuántos chorros me di- jiste la vez pasada que te sacaste a razón de doscientos mangos cada uno? :
Hacé el favor, a ver si te engrupís solo ahora...
_ Bernardo de Yrigoyen 1459. Sucursal del Monte de Piedad Municipal.
Me han regalado un prismático el otro día. No hacer sutilezas, no cs de un humorista, no es un obsequio para la hora del almuerzo; fué una vecina vieja a quien suelo colocarle ventosas y cataplasmas cuando está enferma quien lo desenterró de un baúl antediluviano, oloroso a naftalina. Piensa la viejita, re- viviendo lo suyo, que quien sale de noche va al teatro, por eso vino el obsequio. Cree que me será útil.
Como no, claro que me será útil. Cuando pregunte por él le diré que lo tengo deposi- tado en boletería, para no tener que traer-
