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Jugaria acaso Lanza y la procedencia de su dinero sería acaso de las carpetas.

Nina se propuso observar mas atentamente al jóven y guardó silencio sobre sus sospechas.

Fuera del juego ó de otra parte, si tenia dinero era justo que le pagara á ella ántes que nada, puesto que ya llevaba tres meses de pension sin haber soltado un cobre, siendo aquel el primer deber que tenia que atender.

A la hora de comer se levantó Lanza y bajó al comedor.

Espíritu fuerte en medio de todo, se habia repuesto ya de todas sus fatigas, al extremo que nadie hubiera conocido en su semblante las tremendas impresiones porqué habia pasado.

Despues de comer se vistió con el esmero de costumbre y se dirigió á la Cruz de Malta.

Al volverse á poner sobre la pista de Scotto, al acercarse el momento en que habia de aclarar todas sus dudas, la agitacion de la noche anterior volvia á apoderarse de su espíritu.

Por fin iba á saber á qué atenerse.

En la Cruz de Malta, como siempre, halló reunidos á sus concurrentes habituales, pero allí no estaba Scotto.

Lanza disimuló admirablemente su angustia y estuvo conversando de cosas alegres é indiferentes.

Preguntó por Scotto, pero incidentalmente, como si no tuviera mayor interés en verlo.

—No ha de tardar en caer, le dijéron, y ante esta seguridad Lanza se sintió mas tranquilo.

Era para él indudable que aquella noche su amigo le traeria los ocho mil pesos.

Pero le sucedió como la noche anterior en el Casino.

Estuvo esperando hasta que se retiró el último de los concurrentes sin que Scotto hubiera aparecido.

Lanza, como la noche anterior, empezó á sentirse ganado por una agitacion suprema.

Pero disimuló todavía, se disimuló á sí mismo cuanto le fué posible, porqué tenia miedo de dejarse ganar por el desconsuelo.

Y se fué al Alcázar para lograr distraerse un poco y en la esperanza de hallar allí á su amigo.

Pero nada; allí no estaba Scotto y la funcion le fastidiaba de una manera invencible.

—Todo es cuestion de paciencia, pensó, y con agitarme nada gano.

El ha de estar en el Casino, calculando que allí ha de verme.

¿Cómo se ha de figurar que yo desconfie de una manera tan bárbara? él no me ha dado el menor motivo para ello y entónces no lo puede pensar.

Lanza, despues de la funcion del Alcázar estuvo haciendo tiempo y solo á la una de la mañana se dirigió al Casino, en la esperanza de llegar mucho despues que su amigo y disimular su desconfianza.

Cuando llegó al Casino, estaban en lo mas entretenido de la