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Tambien concurria allí esa última camada de calaveras que hacen de noche una tanteada á la suerte, buscando en las jugadas el puchero del dia siguiente.

Este es un tipo original de jugador criollo, curioso y digno de estudio.

Sin oficio y sin ambicion alguna de trabajo, pasan el dia durmiendo y vagando en las calles, segun ellos, en busca de conchabo, conchabo que nunca encuentran porqué la desgracia los persigue por todas partes.

Toda mision en la vida la reducen á conquistar el puchero de cada dia, considerándola llenada una vez que lo han conseguido.

Y como no pueden conseguirlo de otro modo, van á las casas de juego, donde infaliblemente y tentando la suerte agena, ganan los pocos pesos que para el puchero necesitan.

Esta clase de jugadores nunca se guia por su propia suerte, convencida tal vez de que no tiene ninguna.

Se acerca á la jugada y observa atentamente lo que en ella sucede entre los jugadores.

Es del lado del que gana que se recuestan y siguen observando el juego.

Y cuando ven que la suerte está decidida por uno, le siguen en su jugada, apuntando á su mano los pocos pesos que han llevado con aquel único objeto.

Una vez que han ganado los veinte ó treinta pesos que necesitan, ponen estos á un lado, y juegan al sobrante con el mismo tino y prevision.

Si pierden este pucho, se retiran satisfechos é indiferentes, porqué su exclusivo objeto ha quedado llenado.

Si ganan, siguen las peripecias de la jugada, apuntando siempre con el que está de suerte y guardando lo que van ganando, porqué son estos otros tantos pucheros que tienen adelantados.

Aunque gane toda la noche y sin errar un solo apunte, su ganancia nunca es famosa, porqué sus apuntes son siempre moderados y hechos de modo que los golpes de desgracia no puedan hacer honda brecha en su capital.

Y aumenta siempre su capital á la salida, pidiendo al jugador que ha ganado mucho, un diez ó un veinte para el puchero, porqué ha perdido cuanto tenia.

Este diez ó veinte que siempre consiguen, es el capital con que han de tentar la suerte al siguiente dia.

El sencillero es otro tipo conocido de estas casas de juego, digno de algun estudio.

El sencillero es el prestamista de la desesperacion, á quien acude el que ha perdido cuanto dinero llevó encima.

El sencillero no toma parte en el juego, ni en sus peripecias.

Qualquiera que lo vea tendido largo á largo en una banca y entregado al mas profundo sueño, al parecer, ó recostado con abandono en la mesa como quien dormita, pensaria que es un calavera desventurado, sin hogar ni cosa que se le parezca, y que atorra allí plácidamente porqué está seguro que nadie ha de venir á turbárselo.