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Lo peor es que todas estas eran cosas en las que Caprile no tenia el menor reclamo, porqué estaban hechas con tal habilidad que no habian dejado justificativo posible.

Solo podia intentarse el reclamo sobre reduccion de clientela y esto mismo era de una prueba laboriosa.

Lanza aseguraba entretanto, que se iba á presentar contra Caprile ante la justicia correccional por los golpes recibidos y por las inculpaciones calumniosas que habia hecho de su persona.

Esta sola amenaza perjudicaba á Caprile, pues no faltaba gente que creyera que Lanza saldria triunfante en ese juicio.

Esta era una situacion mortificante para un hombre sério como el señor Caprile, á quien en manera alguna convenia entrar en discusion con un pillo del calibre de Lanza.

Este, entretanto, no se habia llamado á la inaccion.

Por la mañana temprano y cuando calculaba que no podian verlo, se venia á la esquina y aun á la puerta misma del escritorio de Caprile, para tratar de seducir á la clientela, diciéndoles que la casa iba á quebrar, que él se habia salido porqué todo aquello era un bochinche, porqué allí no se hacia sinó explotar á los pobres, lo que él no queria autorízar con su presencia.

Aquellos infelices, desconfiados por naturaleza y que tenian confianza en el jóven con quien tanto tiempo se habian entendido, le creian cuanto les decia y se iban con él, formando entre los clientes de lo que Caprile habia llamado justamente un boliche, pero un boliche al que Lanza habia sabido dar un crédito bárbaro entre aquellos napolitanos tan desconfiados.

Es que Lanza, bruto é ignorante para la generalidad de las cosas, tenia para la embrolla y para la intriga un talento y un tino especiales.

Se habia apoderado de tal modo del espíritu de aquella gente, que habrian depositado en sus manos, sin reserva de ningun género, cuanto dinero poseian.

Este era el talento especial de Carlo Lanza, talento en el que no era posible superarlo.

Y la prueba es que sin un centavo de capital se habia hecho de un escritorio de giros, acreditado entre la gente que remitia dinero á Europa y con un regular crédito en plaza, crédito que debia aumentar sériamente con las mercaderías remitidas por su suegro y vendidas por él á precios excelentes pudiendo demorar el dinero que por ellas sacase, cuando la confianza de su suegro fuera absoluta, para emplearlo en otros negocios de resultado seguro.

Su salida del escritorio de Caprile importaba un beneficio, lejos de importarle un perjuicio, como su compañeros lo creyéron.


FIN.