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—¿Y por qué casa mandas que pueda servirte mejor que nosotros?

—Por la calle Tacuarí 81.

Era preciso poner aquello en conocimiento de Caprile, puesto que el domicilio indicado importaba dos cosas graves.

Primera, que Lanza sonsacaba para si la clientela de la casa, y segunda que la clientela de la casa era corrida por la enorme comision del cinco por ciento, cuando allí nunca se habia pagado mas que el tres.

Aquella diferencia de precio ¿era únicamente para correr la clientela, ó era con el doble objeto de buscar un perjuicio á la casa?

De todos modos era necesario que el señor Caprile supiera lo que pasaba y aquel mismo dia lo pusiéron en su conocimiento.

El señor Caprile no podia creer lo que le decian.

¿Cómo era posible que un dependiente que habia sido un modelo como conducta y honradez, cometiera actos semejantes?

Antes de proceder, ántes de herirlo con una ofensa semejante, era preciso constatar los hechos denunciados, de manera que no cupiese la menor duda.

Caprile, á las horas que Lanza estaba en su casa, le hizo espiar la suya de la calle Tacuarí y alli viéron entrar y salir á toda la clientela que de allí habia desaparecido sin saberse la causa.

Y supiéron fácilmente que Lanza se ocupaba del mismo negocio, de remitir giros á Europa y atender la correspondencia de aquella gente.

Averiguando de uno y otro, se supo tambien que muchos de aquellos clientes se habian retirado por la diferencia entre el cinco que les cobraban en lo de Caprile y el tres que les cobraba Lanza.

Y como en el libro de Lanza no figuraba ninguna comision á mas del tres, era indudable que allí habia un abuso de confianza á él y un robo á los clientes.

Fué entónces que Caprile se acordó de aquel reclamo de los cuatrocientos francos, y cuando volvió Lanza, ántes de decirle una palabra de lo demas, le preguntó en que habia quedado aquella cuestion del reclamo.

—Los encontré en el balance dado, respondió Lanza con increible cinismo, y los devolví, por eso es que no ha vuelto mas.

Como efectivamente el hombre no habia vuelto mas, Caprile creyó sin dificultad la cosa, pero en seguida abordó la cuestion principal resueltamente, y tratando de sorprender á Lanza para no darle tiempo á meditar disculpas.

—Podría usted explicarme satisfactoriamente, le dijo, ¿cómo es que en el escritorio se ha cobrado a muchos clientes el cinco por ciento de comision, cuando en su libro no figura mas que el tres?

Lanza palideció intensamente ante aquella pregunta hecha