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El pensamiento no podia ser mas magno, y realizado tendria que darle resultados magníficos.

La contestacion del suegro era lo que esperaba con mas ansiead, pues si esta era conforme á sus proposiciones, podria salir de lo de Caprile ántes que se descubriera nada.

Pues siempre era mejor salir amigablemente y con el crédito inconmovible, que salir peleado y dando lugar á habladurías y cargos que, por mas que los destruyera, algun perjuicio podian causarle.

El estaba bien seguro que era imposible descubrir sus explotaciones, pero como de una casualidad nadie está libre, miéntras mas pronto saliera de la casa, mucho mejor.

El hubiera salido cuanto ántes, pero como miéntras mas se demoraba mas clientes pescaba, no queria decidirse ántes de haber recibido contestacion de su suegro.

Así se retiraba de lo de Caprile perfectamente establecido y sin temor del porvenir.

La contestacion de Maggi á la carta de don Estéban vino por fin, siendo para Lanza del mejor augurio.

El viejo se mostraba sumamente contento del casamiento de su hija y agradecia á don Estéban los trabajos que se habia tomado y los informes que de su yerno le daba, con quien decia se pondria en correspondencia directa.

Nada mejor podia esperar Lanza que la aprobacion de su casamiento hecha por su suegro.

De eso, á enviarle las mercaderías pedidas no habia la menor distancia.

Las contestaciones á sus cartas no podian tardar, siendo lo único que Lanza esperaba para despedirse de Caprile.

De todos modos el hecho de quedar allí un mes, le convenia sobremanera bajo el punto de vista de que necesitaba dinero, y en un mes reunia una buena suma de diversos modos.

Mas adelante todo andaria bien, pues una vez acreditado con los napolitanos que formaban su clientela, podia retener de cuando en cuando el dinero por quince ó veinte dias, sin que esto le reportase perjuicio alguno.

Lo difícil era acreditarse, pero una vez conseguido esto, su crédito sería inamovible, sabiéndolo conservar.

Por fin llegó la ansiada contestacion del viejo Luis Maggi, sobre la que se precipitó Lanza como sobre una verdadera presa.

El viejo Maggi contestaba en aquella, tres cartas de Lanza y la de su hija, á ésta larga y detenidamente.

No solo consentia en el envío de mercaderías, sinó que ofrecia hacerlo á la mayor brevedad, pidiendo á Lanza le indicara las mercaderías que mas convinieran por su fácil salida.

A su hija la felicitaba por el casamiento hecho y le daba mil cariñosos consejos sobre la conducta honesta que habia de seguir, para conservar el cariño y respeto de su marido.

Aquella carta no podia estar mas en armonía con las aspiraciones de Lanza, de modo que éste ya pudo contar con una