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La única recriminacion que podia hacerle, y que era la de no haberlo invitado á la ceremonia siendo tal amigos, quedaba atajada á tiempo con la precipitacion de su enlace, precipitacion que ya habia dejado explicada.

Queriendo mostrar siempre su mayor grandeza, habia encargado una buena comida á la Cruz de Malta, llenando él mismo unos cuantos cajones de legítimo vino italiano, completamente ineludible de toda buena y alegre comida.

Por supuesto que el invitado número uno era su amigo el curita que tanto lo habia ayudado en las diligencias de su casamiento.

Con aquella comida Lanza habia gastado cuanto tenia, incluso los quinientos patacones de su vieja modista.

No le quedaba ni un centavo mas aparte, pero no lo necesitaba tampoco, puesto que habia realizado ya el negocio que le interesaba.

Si acaso hubiera necesitado dinero para cualquier otra cosa, ahí estaba Caprile que no se lo negaria y á quien hasta entónces no habia tenido necesidad de recurrir por dinero.

Aquella comida que era natural que él diera en festejo de su casamiento, tenia que ser por lo ménos tan buena como la del dia anterior dada por su tio.

Pero Lanza habia querido dar una comida á lo grande, y habia echado no la casa, sinó los bolsillos por la ventana.

Sobre todo en el vino, Lanza habia echado el resto, porqué sabia que con buen vino todo es buena alegría.

Los amigos de Lanza admiraban la belleza de su mujer, no pudiendo explicarse como diablos ellos no la habian visto ántes.

Es que Luisa habia estado poco en el casino, y este casino era frecuentado por jóvenes del país y calaveras ricos.

Por esto es que felizmente ninguno de sus amigos conocia á su Luisa, ni podia tener idea de que hubiera salido de un casino.

Y como era sobrina de don Estéban, nadie podia pensar mal de Luisa, ni imaginarse tampoco la pieza que habia sido.

Así es que todos la trataban con la mayor consideracion y respeto.

El diablo de curita aquel no dejaba decaer la alegría y la jarana ni un solo momento, pues este era el medio de prolongar la comida.

Luisa era por todos agasajada y obsequiada por todos, incluso el mismo Cánepa que habia concluido por tomarle simpatía, aunque aquel diablo de casamiento habia echado al infierno ciertos planes que tuvo con respecto á Lanza.

Este, que no perdia el menor detalle de todo lo que pasaba á su lado, estaba contento con la actitud que habia visto tomar á Cánepa, porqué la enemistad de este no le convenia en manera alguna.

Cánepa lo habia conocido en sus malos tiempos, y aunque no en sus peores, y Lanza no sabia hasta donde su amigo conocia su historia.