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Como primer diligencia, al dia siguiente tomó en la calle Tacuarí 81, donde vivia, otras dos piezas al lado de la suya, que era cuanto por el momento necesitaba.

Así tendria un escritorio, un cuarto de trabajo para su mujer y un aposento para ambos, que empaquetaria lo mas que pudiera.

De allí no podia mudarse, pues era la direccion que habia mandado en muchísimas cartas de aquellos clientes que iba formando para él y á muchas casas banqueras con las que necesitaba y queria estar en correspondencia.

Su cambio de domicilio era cosa que importaba para él unos tres meses de preparacion por lo ménos, para que ello no le trajera ningun perjuicio sério.

No pudiendo faltar al escritorio un dia entero, porqué no le convenia, tendria que hacer sus diligencias á ratos perdidos ó de noche, y entónces aquellos quince dias serian lo que ménos necesitaba para el arreglo de sus piezas y demas detalles de aquel apurado casamiento.

A la noche, cuando volvió á lo de Maggi, despues de dar cuenta de todo el cúmulo de formalidades y dispensas que necesitaba la Cúria, fijó su casamiento para de allí quince dias, noticia que fué recibida por Luisa con verdadero alborozo, pues si Lanza estaba apurado en casarse, ella tambien lo estaba, aunque por diversos motivos.

Luisa se habia enamorado realmente de aquel hombre, y su casamiento con él le parecia un sueño que no habia de realizarse, sin embargo de estar convencida de la fé con que este procedia, y hasta por el dinero que le habia dado para comprar lo que pudiera necesitar.

Casándose tan pronto como lo habian proyectado, era natural que Lanza gozara de cierta libertad, y así Maggi habia autorizado á Luisa para recibirlo solo, pues algo de íntimo habian de necesitar decirse.

Lanza aprovechaba aquel tiempo en hacer mil caricias á su futura consorte y revelarle mil planes de felicidad que tenia para el futuro.

—Dentro de quince dias estaremos establecidos en nuestra casita y no tendremos que esperar nada de nadie, bastándonos nosotros solos á todas nuestras necesidades.

Allí viviremos de nuestro trabajo sin que nadie nos moleste, hasta que haya establecido mi casa como yo quiero.

Y hacian sus proyectos hasta el de ir á dar una vuelta por Europa, visitar la familia y arreglar de paso sus corresponsales y sus negocios.

—Si tu padre quiere, decia Lanza, él será nuestro banquero en Génova y podria ganar buenas sumas, porqué yo giro mucho dinero.

Luisa se habia habituado tanto á oirlo hablar de bancos, de giros y de grandes negocios, que creía firmemente que Carlo era un banquero al que solo le faltaba abrir la casa.

A las once, á mas tardar, él se retiraba de su visita; para no