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—Yo no sé si el tiempo que yo fijara sería el conveniente para ustedes; me gustaria mas que ustedes lo fijaran, porqué no quisiera parecer demasiado apresurado, ni quisiera retardarme mucho inútilmente.

—Por mi parte, dijo Maggi, todas las fechas me son lo mismo, es usted quien debe fijarla, calculando todo lo que tiene que hacer.

—Por mi parte, dijo Luisa poniéndose colorada, nada tengo que decir, lo que él disponga será lo mejor.

—Yo desearia que fuera ahora mismo, dijo Lanza, pero no quisiera hacerlo ántes de tener todo arreglado.

Mis cosas me animo á terminarlas en un par de dias, pero no sé cuantos dias necesitará la Cúria para los trámites naturales de estas funciones.

Yo mañana iniciaré allí mis diligencias, viendo el tiempo que se pueda ganar y así á la noche cuando vuelva, ya que usted me permite visitar á Luisa aquí, podré decir con exactitud cual es el dia en que pueda realizarse nuestro matrimonio.

Maggi encontró aquello muy puesto en razon y Luisa dijo que estaba conforme.

En seguida la conversacion se hizo general, rodando sobre cosas indiferentes y conversando Lanza con aquella familia como si fuera un viejo amigo de la casa; parecia que se hubieran conocido toda la vida.

Era natural que dos novios tuvieran algo reservado que decirse, y Maggi procediendo discretamente se retiró con la familia, dejándolos en entera libertad por mas de media hora.

Lanza aprovechando aquel tiempo que comprendió se le dejaba libre intencionalmente, se sentó al lado de Luisa y empezó á conversarle cariñosamente sobre el risueño porvenir que les esperaba.

—Ya debemos considerarnos como marido y mujer, le dijo, y es necesario que desaparezcan ciertas etiquetas para ser reemplazadas por la confianza mas absoluta.

Una mujer que se casa necesita comprar mil pequeñeces que un hombre no puede calcular porqué no está en ellas.

Todo lo que yo tengo, Luisa mia, es tuyo, absolutamente tuyo; entónces no debes ni extrañar ni tomar á mal que desde ya empiece á considerarte como mi mujer.

Como yo no calculaba que todo quedaria arreglado esta misma noche, no he venido preparado á ello.

Y voy á apurar las diligencias lo mas que pueda, y es preciso que tú, desde mañana mismo, te vayas preparando tambien.

Así, mi querida, como no tienes de donde sacarlo, yo te pido como primera demostracion de tu cariño, aceptes ese poco de dinero que traigo sobre mí felizmente, para que con él puedas ir comprando lo que te haga falta.

Y sacando del bolsillo cinco mil pesos, los pasó á su futura.

Luisa lo miró á través de sus lágrimas, se puso colorada y vaciló.

—Te lo pido como una prueba de cariño, replicó Carlo, es