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Y para que Caprile no fuera á pensar que aquel informe pudiera referirse á algun otro empleo que pensaba tomar, en cuanto apareció en el escritorio lo impuso discretamente de lo que pasaba, avisándole que aquel mismo dia iria un señor Maggi á informarse de su conducta y modo de ser.

El no me conoce y como tiene toda la responsabilidad de la jóven, no consiente en el casamiento sinó despues de haber tomado informes á mi respecto, por lo que bien puede decirse que estoy y no estoy de novio.

Lanza tenia tal cara de alegre, de regocijo íntimo, que Caprile no pudo ménos de sonreir al ver su entusiasmo.

—Es de desear que esto se arregle de una vez, le dijo en tono de cariñosa broma, porqué su entusiasta estado de cabeza no es el mejor cuando se manejan libros de comercio.

—No tenga cuidado, señor Caprile, en cuanto me digan que sí, me quedo tan tranquilo como toda la vida.

A medio dia Maggi se presentó en el escritorio de Caprile, recibiendo una grata impresion al ver á Lanza ocupado en ese momento en hacer un pago fuerte.

Era claro que quien manejaba así el dinero, debia ser persona de entera confianza.

Su informe se reducia á una simple fórmula, pues la ocupacion de Lanza por sí sola era una recomendacion.

Introducido por el mismo Lanza á presencia de Caprile, una vez que quedó solo con él, explicó en breves y comedidas palabras el objeto de su visita.

—Por asuntos de familia, yo desearia tener algunos informes sobre el jóven Lanza, dependiente suyo.

Usted disculpe lo inusitado de la pregunta, pero siendo la mejor fuente de informes á que puedo acudir y deseando Lanza casarse con una sobrina mia, creo que usted no tendrá inconveniente en darme los informes que le pido.

Los informes que Maggi recibió no pudiéron ser mas satisfactorios.

En todo el tiempo que Lanza estaba allí empleado, no habia dado motivo para que se le hiciera la menor observacion.

Era un jóven exageradamente honrado, cumplidor de sus obligaciones y amante del trabajo como pocos.

No se sabia en la casa que anduviera en parrandas de mal género, ni se le conocia el menor acto reprochable, aun en su vida privada.

¿Qué mejores informes podia desear el señor Maggi?

El tio de Luisa agradeció los informes que se le daban, y se retiró completamente satisfecho.

Lanza lo acompañó cortesmente hasta la puerta del escritono y allí tuvo con él el siguiente breve diálogo:

—Si usted desea aun mas informes, puedo indicarle desde ya á...

—Es inútil, me basta con los recibidos, y estos mismos los he tomado simplemente por fórmula, por absoluta tranquilidad de conciencia.