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—Esto quiere decir, exclamó Lanza cada vez mas contento que me he enamorado como un mascalzon de la italiana mas linda que haya pisado tierra argentina, y que probablemente me caso con ella.

Esta espontánea declaracion de Lanza provocó una serie de bromas graciosas y picantes.

Lanza las recibia todas con el mejor humor de este mundo y decia sonriendo:

—Ustedes embrómenme todo cuanto quieran, pero yo me caso con la mujer mas linda que haya conocido.

Y voy á armar una fiesta que el mundo se vá á caer encima.

No todo han de ser números y cartas escritas por cuenta agena; alguna vez las habia de escribir en mi propio provecho.

A las seis de la tarde Lanza se puso en camino para su casa, esperando que allí recibiria la contestacion ansiada.

De alli dependeria la regla de conducta que habia de seguir en adelante.

Serian las siete de la noche de la noche cuando Lanza recibió por medio de una sirvienta, la esperada carta.

No era de Luisa sinó del mismo Maggi, lo que venia á simplificar enormemente su situacion.

Maggi le manifestaba que Luisa le habia referido la historia de su proyectado casamiento, y que siendo esto cierto como lo creia, lo esperaba aquella noche en su casa para que hablaran mas detalladamente.

Era precisamente lo que Lanza deseaba, una conferencia con el tio, que abreviase el procedimiento.

Así aquella misma noche podria saber con certeza á que atenerse y lo que deberia de hacer.

Carlo Lanza se vistió con su ropa de gran etiqueta, estudió al espejo su mas importante apostura y se trasladó á casa de Maggi.

No llevaba en el dedo su famoso brillante que le daba un aspecto de millonario, pero en cambio lo tenia Luisa regalado por él como señal de compromiso, lo que recomendaba su gran desprendimiento.

Maggi recibió á Lanza con el mayor agasajo, pareciendo sumamente complacido de su aspecto.

Maggi se habia imaginado que el tal nóvio seria una especie de atorrante haragan que se casaba con Luisa para explotarla, así es que esta misma creencia contribuyó á hacerlo aún mas agradable.

Como era natural que hablaran de aquel asunto privadamente, Maggi llevó á Lanza á su escritorio donde se efectuó la conferencia.

Lanza, fingiendo una ingenuidad asombrosa, manifestó á Maggi sus aspiraciones amorosas.

—Tengo el firme convecimiento que Luisa me hará feliz, decia, porqué tiene grandes condiciones de corazon; me he enamorado de su simpática belleza, y deseo casarme con ella, usted nos da su permiso, como es natural, puesto que es usted quien aquí representa al padre de ella.

Carlo Lanza.
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