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El, como es natural, ha de ampararte en tu pedido, te recibe en su casa donde yo iré á visitarte y nos casamos decentemente y con arreglo á todas las conveniencias.

—Esto es algo que me parece un sueño, decia Luísa riendo y llorando al mismo tiempo; nunca esperé tanta felicidad.

Pero no yendo yo, la mujer aquella tal vez se niegue á entregar mis cosas.

—Se las hacemos soltar con la autoridad, ó se las dejamos, que al fin y al cabo no valdrán la pena de armar un escándalo, por buenas que sean.

Yo en el presente no tengo fortuna, pero trabajo con mucha suerte y espero que dentro de poco tendremos una fortuna espléndida.

Luisa estaba positivamente deslumbrada por el proceder de Lanza.

Un jóven que podia haberse aprovechado de la triste situacion en que ella se encontraba y usando de las ventajas que le daba su cariño, no solo la amparaba en sus desdichas, sinó que le proponía un casamiento al que jamas se habria atrevido á aspirar.

Y allí no cabia engaño ni mala fé, desde que el mismo Lanza en vez de llevarla á un hotel como hubiera podido hacerlo, le proponia que volviese á casa de su tio donde él la visitaria hasta que se casara.

Era imposible proceder mas rectamente.

Así su mismo tio veria que se trataba de una cosa séria y se mostraria satisfecho.

—Entretanto, decia Lanza, yo tomaré un par de piezas con las que por ahora tendremos bastante, y las iré arreglando con todo lo necesario.

Yo voy á acompañarte ahora hasta la casa de tu tio, le dijo Lanza, y en seguida me voy al escritorio de Caprile, donde me puedes avisar el resultado hasta las seis de la tarde; á esa hora me voy á la calle de Tacuari 81, donde yo vivo, y allí espero la respuesta toda la noche.

Si tu tio consiente en todo, esta misma noche te haré la primer visita.

Si se niega, lo que no es creible, te llevaré á un hotel donde permanecerás hasta que hagamos las diligencias necesarias á nuestro casamiento.

—Yo haré que mi tio consienta, dijo Luisa resueltamente, puesto que no tiene motivo alguno para negarse, así es que esta misma noche espero poderte dar una respuesta satisfactoria.

Miéntras concluian de almorzar, Lanza se entretuvo en pintar á Luisa el porvenir mas risueño, de modo que al salir del Robinson, la jóven aseguraba á su Carlo que era la primera vez de su vida que amaba con aquella vehemencia.