Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/222

Esta página ha sido validada
— 222 —

soledad de mi vida, pero me habia detenido la dificultad de hallar una mujer que estuviera en relacion con mis aspiraciones.

Desde que te conocí, puedo decirte que te amé, pero desde que te ví al través de tu propia historia, mi amor por tí fué mas íntimo y mas profundo.

Por eso ayer no habia querido decirte nada, pues queria obrar con entera conciencia de lo que hacia, con la meditacion necesaria á un acto tan sério de la vida.

Despues de pensarlo toda la noche, despues de consultármelo bajo todas las fases de la vida, hoy vengo á decirte lo que no quise decirte ayer, para que no creyeras que mis palabras eran hijas del entusiasmo del momento.

Yo quiero proteger tu destino, Luisa, poniendo al mismo tiempo mi suerte al amparo de tu amor, quiero ser el compañero de tu vida.

En una palabra, Luisa, yo quiero casarme contigo en la seguridad de que he hallado al fin una mujer digna y capaz de hacer la felicidad de un hombre.

Tú no tienes en tu vida faltas, sinó desgracias y para combatir las desgracias y hacerlas olvidar, no hay mas que la felicidad estable.

Luisa quedó como atontada ante las palabras de Lanza, pues este le hacia una proposicion en lo que ni siquiera se habia atrevido á pensar, y ménos despues que le narró su historia.

—Pero yo no puedo aceptar ese honor, dijo, porqué no lo merezco; tú te burlas de mí, Lanza, y eso no es noble.

—¡Líbreme Dios de semejante cobardía! yo te ofrezco mi nombre y mi amor, y no creas que no hay su egoísmo en la oferta, pues ya te he dicho que tengo la conciencia de que á tu lado he de ser un hombre completamente feliz.

Consiente, Luisa, y desde hoy mismo me pongo á hacer todas las diligencias necesarias.

—Pero yo al consentir hago una mala accion y me expongo á que, arrepentido, mañana me detestes.

—¡Niña! lo he meditado toda la noche, es un paso que doy con toda la conciencia de lo que hago!

—¿Y qué quieres que te diga? yo consiento con toda mi alma porqué á pesar del poco tiempo que nos hemos tratado, te amo de una manera inmensa.

Lanza abrazó á Luisa estrechamente y sacándose del dedo el hermoso brillante, lo colocó en la mano de Luisa como símbolo del compromiso que acababa de contraer.

—Ahora sí no tienes necesidad de volver al casino, agregó, y por eso pensé hoy que el incidente con tu compañera venia á favorecer mis planes.

Es preciso que de aquí te vayas á casa de tu tio, y le digas que te casas conmigo y que es preciso te permita vivir con él hasta que el matrimonio se realice, para hacerlo con la decencia necesaria.

Y para halagar su amor propio y hacerlo consentir mas fácilmente, le dices que vas á consultarle este acto trascendental de tu vida y á pedirle consejo.