Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/209

Esta página ha sido validada
— 209 —

no me convenia establecer una casa de modas, por los gastos que me ocasionaria.

Mi tio me proporcionaria las relaciones de su familia, para que yo les hiciese las gorras, y cuando yo me hubiera hecho de una clientela mediana, entónces si podia establecer un tallercito que iria prosperando poco á poco.

Aquellos primeros dias se empleáron en pasear la ciudad, para que yo saliera de la natural curiosidad que sentia.

Mi tio nos llevó tambien al teatro, cuyo espectáculo y concurrencia me dejáron maravillada.

Tomando mis modelos en el teatro, yo hice un par de gorras que fuéron vendidas en el acto á amigas de la familia, que quedáron sumamente complacidas, elogiando mi habilidad y mi buen gusto.

Y acto contínuo tuve el encargo de cuatro gorras mas.

A mí me gustaba mucho pasear y conocer la ciudad en todos sus recovecos.

Pero á mi tio no le gustaba que yo saliera con frecuencia en compañía de sus hijas.

Hasta entónces nada me habia dicho, pero yo era bastante viva para comprender que mis salidas con sus hijas lo disgustaban.

Con pretexto de comprar géneros y armazones de gorras, empecé á salir sola, á pasear y conocer toda la ciudad.

Al mismo tiempo iba haciendo relacion con las modistas á donde compraba, y con quienes conversaba largamente, tomando informes que necesitaba.

Ya estaba yo demasiado habituada á la independencia absoluta, para volver á una vida de reclusion como la que pasaban mis primas.

Así es que siempre con pretexto de comprar y de ver á una nueva marchanta, empecé tambien á salir de noche.

Como efectivamente yo traia trabajo que me encargaba alguna modista amiga, ó lo pedia yo no mas gratuitamente para que me sirviera de pretexto, mis salidas, aunque frecuentes, eran perfectamente disculpables y bien salvadas todas las apariencias y conveniencias de la casa.

La cuestion es que algunas noches yo me demoraba mas de lo natural, volvia tarde y esto hacia á mi tio muy poca gracia.

Un domingo falté á comer, porqué me habia ido á pasear á Palermo con amigas que estaban de fiesta.

Vine tarde á casa, y mi tio por primera vez me reprendió con aspereza.

—Esto no es natural ni admisible, me dijo, y es preciso que te reformes.

Mi casa es una casa de familia, donde hay que guardar mas recato.

Yo nada quise replicar, aguanté la ronca y me propuse salir con ménos frecuencia.

Pero no pude; la vida de reclusion estaba en pugna con mis hábitos de independencia.

Carlo Lanza.
14