Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/178

Esta página ha sido validada
— 178 —

Y esto era lo que Lanza queria, mas, despues de saber la estupenda noticia de que Luisa era hija del banquero Luis Maggi, á quien conocia de nombre y de crédito, por transacciones que con el habia tenido la casa de Caprile.

El interes del corazon que la jóven había despertado en Lanza desde el primer momento, se mezcló al interés de la fortuna, y el jóven, tomando una mano de Luisa se preparó á estrecharla, con el propósito de no interrumpirla sinó para hacerla beber y desatar así mejor su lengua, en caso que se anudase y quisiera reservarle algo.

—Mi padre, remontándome á la época que mi memoria me permite, era un simple negociante judío por inclinacion, que ocultaba su profesion verdadera de prestamista y su capital que no sé cual seria, bajo el humilde oficio de vendedor de jaulas y trampas de ratones, que vendia por la calle al conocido grito de: ¡Gaggie, Rattaieu!

Era entónces un hombre sumamente hermoso.

Alto, grueso y bien repartido, con su fisonomía varonil y hermosa, con dos ojos ardientes y expresivos, era un hombre capaz de inspirar una pasion á cualquier mujer.

Yo recuerdo como si lo estuviera viendo, y te aseguro que era un hombre hermoso en toda la estension de la palabra.

Mi padre era un hombre de educacion fina y útil; recuerdo que entre otras cosas embalsamaba aves al extremo de parecer vivas y teñia plumas de sombreros con colores preciosos.

Recuerdo que habia plumas teñidas por mi padre, que se pagaban á precios fabulosos, relativamente.

Yo me educaba entónces en un buen colegio de Genova, lo que era una prueba del gran amor que mi padre me tenia, cuando pagaba por mí una educacion tan cara, él, que no se desprendia de un sueldo sinó despues de hacer un violento esfuerzo y meditar un dia entero sobre este gasto.

Habia entónces en Génova una dama de posicion muy distinguida y de notable fortuna, conocida de todo el mundo por su conducta extravagante y liviana.

Esta dama era ya algo entrada en años, pero conservaba restos de una hermosura imponderable.

Se referian de esta dama mil aventuras amorosas y picantes, en que habia sido víctima de la explotacion de jóvenes calaveras que habian soportado el amor de la mujer por el amor de la bolsa, que habia sido siempre el objetivo de aquellos amores.

Esta dama habia cobrado por mi padre una pasion violentísima, de aquellas pasiones que subyugan completamente á una mujer haciéndola cometer todo género de locuras.

No era preciso ni satisfactorio para una mujer de su posicion, tener un amante vendedor de gaggie y rattaieu é impuso á mi padre la única condicion de que habia de abandonar su oficio, lo que este aceptó de mil amores.

Siempre era mucho mejor que el suyo, el oficio de amar á una vieja rica y hermosa todavía, capaz de hacer por su amante cualquier locura.