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De este modo su casa habria podido funcionar desde el primer momento como una casa vieja, sin entorpecimiento de ningun género y con tanta rapidez como la mejor montada.

Por esto hacia el amor á la bolsa de la modista, pues este dinero le hubiera servido para ese provechoso fin.

Al fin se convenció que toda gestion en este sentido era perfectamente inútil y se dedicó solo á la pequeña explotacion de los regalos que aquella le hacia y á lo que podia chuparle en la remision de los fondos que le daba.

Tocante á capital, no habia que tener esperanzas.


La última esperanza.

Así Lanza se habia concretado á seguir haciendo méritos en la casa Caprile, por lo que convenia á sus intereses del momento y los del futuro, convencido de que un capital era cosa imposible de conseguir para él.

Su única esperanza habia sido la modista, pero esta esperanza se habia desvanecido al fin.

Era la modista, tocante á intereses, el sér mas raro y mas práctico con que habia tropezado Lanza en su vida.

Lanza, convencido íntimamente de que sus negocios tenian que darle un resultado brillante, no habia pensado en estafar á la modista en su dinero; hagámosle justicia.

El se proponia emplear ese dinero en establecerse de una manera sólida y tenerlo en su poder haciéndolo ganar intereses bárbaros.

¿Para qué cometer una estafa que podia perjudicar enormemente su crédito, cuando por el buen camino podia llegar al mismo fin, la fortuna?

Resuelto á tantear todos los medios á su alcance ántes que darse por vencido, una vez que se convenció que la modista no le aflojaria la mosca por nada de este mundo, se resolvió á herirla en la parte que creyó vulnerable á todas luces, el único medio posible y seguro de agarrar la plata de la modista: el matrimonio.

¿Qué vieja de este mundo resiste á una proposicion de matrimonio hecha por un hombre jóven y buen mozo?

El medio era caro, pero en cambio, de una seguridad indudable.

Si la vieja lo queria al extremo de haber sido su amante, arrostrando hasta la crítica silenciosa pero dolorosa de sus oficialas, ¿cómo no habia de quererlo como marido?

Lanza estaba seguro que con la sola proposicion la vieja se volveria loca de alegría.

Una noche en que habian cenado opíparamente despues del teatro, Lanza, en seguida de haber hecho á la vieja una poética manifestacion de su cariño, que aquella escuchó en un verdadero éxtasis, le dijo que habia resuelto casarse, porqué