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Y nadie podia sospechar que aquello habia sido hecho expresamente, porqué al mas perspicaz hubiera escapado el interés que en hacerlo tenia Lanza.

Su fama de honradez fabulosa cundió por toda aquella gente obrera á quien el jorobado referia el cuento lleno de admiracion, y aquellos fuéron otros tantos clientes del futuro con quienes, sin decirles una palabra, podia contar Lanza cuando abriera su famoso banco en competencia con Caprile, á quien no pensaba dejar un cliente ni para remedio.

El gran escollo donde se estrellaba el ingénio de Lanza era en el bolsillo de la vieja modista.

Todos sus proyectos y combinaciones le salian admirablemente bien hasta entónces.

Solo sus planes sobre los fondos de la modista no le daban un resultado satisfactorio.

Habia llegado á hacerse amar sin otro interés que el de su cariño.

La vieja le consultaba todos sus planes y negocios, siguiendo ciegamente sus consejos.

Cada vez que tenia que enviar dinero, á él se lo entregaba sin el menor recelo, pero tratándose de entrar en especulaciones ó dar dinero al jóven, ya era otro cantar.

La mujer se mostraba mas agarrada que garrapata en la oreja de un perro.

—Basta con las especulaciones en que me metió mi marido, le decia, y sin las cuales hoy yo sería riquísima.

—No hay mejor especulacion que el banco, créeme, y si dispones de dinero propio sigue mi consejo.

Debia ser muy agarrada la vieja ó muy escamada, cuando á pesar de su situacion respecto á Lanza, á pesar de estar perdida de orgullo por el amor del jóven, le hacia hasta resistencia en sus intereses.

No por esto se acobardó Lanza ni renunció á sus planes.

Por el contrario, hizo con la vieja todo el aparato posible para convencerla de su amor profundo, y especulativamente no le habló jamas una palabra de intereses.

—No hay nada que venza a la constancia mia, pensaba, ella caerá cuando menos lo piense y caerá en toda regla.

La tengo amarrada por el lado del corazon, que era lo mas difícil, lo demas vendrá por sí solo.

La vieja es astuta y desconfiada, pero si he vencido la desconfianza del jorobado, con mas razon he de vencer la de la vieja cuando apele á mis grandes recursos que aun no me conviene poner en juego.

Y siguió visitando asíduamente á la vieja y regalándole flores y perfumes, miéntras ella le regalaba algo mas sólido.

Tenia su encanto y su orgullo en la paquetería de Lanza, le gustaba enormemente verlo vestido con aquella correccion y le habia regalado un riquísimo reloj y un anillo con brillante, que Lanza tenia muy buen cuidado de no usar sinó cuando á visitarla.