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Lanza tenia que ser rigurosamente íntegro en toda remision de dinero que se le confiase, porqué esto estaba en sus intereses y en el crédito personal que debia hacerle á su futura casa, así es que sin peligro de ningun género podia confiársele toda clase de intereses.

Pero él queria disponer del capital de la vieja, no con intencion de quedarse con él por el momento, sinó porqué aquel capital le habria servido para establecerse de una manera segura y rápida.

Pero la vieja no queria entender sus indirectas y hábiles insinuaciones.

—Su capital bien girado, le decia Lanza, puede darle mayores utilidades que la casa de modas; para hacer producir el dinero, no hay como el dinero mismo.

Pero la vieja sonreia astutamente, diciéndole aquello de «mas vale pájaro en mano que buitre volando.»

Es que aquel capital, para formarlo, le habia costado veinte años de trabajo ímprobo y asíduo y no queria arriesgarlo en una especulacion, no porqué no tuviera confianza en Lanza, sinó porqué no la tenia en ningun género de especulaciones.

La buena vieja habia tenido por marido á tal lámina, que la habia curado de especulaciones y negocios.

Escuchaba con sumo agrado los amores del jóven, se dejaba querer en todos los tonos, y correspondía á aquel amor con todo género de atenciones cariñosas, pero nada mas.

Eso de especular con el dinero ganado á fuerza de tanto trabrajo, no estaba en sus libros.

Lanza se desesperaba y trataba de estudiar el lado flaco de la vieja para entrarle por allí, pero todo era inútil.

Una vieja que no la vence el amor de un jóven interesante como Lanza, no la vence nada en esta vida.

Pero Lanza no era hombre de abandonar su presa á dos tirones, ni de renunciar á un proyecto cuya realizacion podia ser la realizacion de sus sueños, si la vieja consentia solamente en que le manejara su capital.

Entretanto iba aumentando dia á dia el capital de estimacion y aprecio que le tenian en casa de Caprile, y el cariñoso interés con que lo trataban en casa de Cánepa, donde estaban los verdaderos intereses de su corazon.

Por supuesto que no por eso se descuidaba en la formacion de la clientela segura para lo que él llamaba su futuro banco.

La mayor parte de la mañana estaba solo en el escritorio, pues él lo abria bien temprano so pretexto de trabajar en los libros.

A esa hora de la mañana caian los clientes que tenian ocupado su dia en el trabajo.

Y este era el tiempo que aprovechaba para todas sus maquinaciones diabólicas, cuyo fin era el de prepararse una clientela.

En tres meses de escritorio, Lanza habia adquirido una práctica fabulosa en el manejo de los negocios, conocia todas las