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No hay mas que ganarles un poco el lado de la confianza y todo esta hecho.

Jamas se preocupan de averiguar quien es uno y de donde viene, ni cuales son sus pensamientos para lo futuro.

Creen sencillamente lo que uno quiere contarles y se acabó.

Y cuando se tiene un físico como el suyo y es uno un hombre jóven y de buena familia, hasta se puede casar cun una americana millonaria, como ha sucedido ya con una infinidad de extrangeros que podriamos contar á usted por los dedos.

Lanza tragaba todo esto con una facilidad estupenda, no dudando un segundo que todo fuera la mas acabada verdad.

Y para hacerlos hablar y para mantener el rango que él mismo se habia dado, no trepidaba en pagar sendas botellas de vino, lo que disminuia poderosamente su capital.

—La América tiene entrañas de oro, pensaba, poco me importa llegar allí sin un medio, puesto que el crédito es tan fácil de adquirir.

Se inventa cualquier patraña de pérdida de equipage, y se sale airoso del mal paso durante el tiempo necesario para empezar los negocios.

Las mas fuertes casas italianas estaban apuntadas en la cartera del jóven, pensando que en ellas hallaria recursos para atenderse en los primeros tiempos.

—Un italiano llega allí como á pais italiano, le decian los que le chupaban el vino, porqué casi todos los negocios son allí italianos, desde los hoteles hasta los bodegones.

Así el que llega no tropieza con la menor dificultad, aunque no tenga relaciones ni traiga cartas de recomendacion.

¡Ya verá usted qué bien se siente tan solo á la semana de estar allí!

Y como las conversaciones eran largas y Lanza tenia un gran interés en las informaciones que pedia, el vino se bebia en grande, disminuyendo notablemente el capital del jóven, que no recapacitaba en que aquellos recursos eran los únicos con que podia contar positivamente.

El mar lo encantaba en aquella larga travesia.

Habia tenido la suerte de traer uno de los viages mas felices, sin el menor peligro.

El mar habia estado tranquilo todo el tiempo, lo que habia acentuado mas el buen humor de la tripulacion y de los inmigrantes que venian tambien á probar fortuna, aunque en distinto camino que el insigne Lanza.

Asi llegáron á Rio Janeiro sin haber tenído el menor motivo de disgusto.

Lanza quiso tomar informes sobre este espléndido pedazo de la tierra americana, pero nadie se los supo dar.

A bordo no venia nadie que hubiera estado en la capital brasilera, con excepcion del Capitan, que solo la conocia muy por encima y solo las pocas veces que allí habia bajado miéntras su barco cargaba y descargaba.

Sin embargo siempre podia darle una idea general del país.