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—Aunque aquí no estoy mal y me tratan muy bien, le decia, no es esta la colocacion que me convenia.

Yo quisiera un empleo en el comercio, donde pudiera aprender y progresar, donde pudiera practicar en negocios de giros con Europa, que es como yo quiero establecerme.

Mi familia me ofrece siempre recursos con este fin, pero yo no quiero aceptar sin ántes estar bien al corriente de los negocios y emprender una cosa segura.

Cánepa le decia que tuviera paciencia, que él le buscaria una casa arreglada á su deseo, pero que era preciso esperar á que se presentara la oportunidad.

Esta esperanza hacia que Carlo estuviera mas conforme y aguantase mas las incomodidades de su empleo en el acomodo de los géneros.

Pero jamas sus patrones pudiéron observarle un mal modo ni siquiera un gesto de impaciencia.

El señor Cánepa tenia familia y era en su casa donde pasaba Lanza el mayor tiempo de sus dias de salida.

Habia un inconveniente para que el jóven pudiera colocarse en un escritorio como él deseaba, y era que Lanza no conocia la contabilidad sinó medianamente, y no tenia la menor nocion de teneduría de libros, cosa indispensable.

Cánepa habia hablado á Lanza muchas veces de la casa Caprile y Picasso y la clase de buenos negocios que ésta hacia.

—Los giros y remisiones de dinero, las comisiones y correspondencias dejan utilidades pingües, le decia.

Es cosa de enriquecerse en muy poco tiempo.

—Ese es mi bello ideal, respondia Lanza, ese es el negocio que yo quisiera emprender.

—Bueno, pero para ello falta la base principal que es la clientela; esto es lo difícil de obtener, porqué esa clintela no acude sinó á las casas de gran confianza.

—Pero se hace, decia Lanza, y la manera de hacerlo es estar en una casa de esas como dependiente.

—Pues para eso mismo se necesita preparacion, sobre todo en el manejo de los libros de escritorio, cosa indispensable.

—Pues como hay que empezar siempre por lo primero, empezaré por aprender algo de libros, y así ya podré entrar al escritorio.

Una vez en un escritorio yo me iré haciendo de relaciones y clientela poco á poco, y así cuando abra mi casa, tendré una base segura con que contar.

—Lo que es por ese lado, como yo sé bien todo lo que es necesario, yo mismo lo pondré al corriente de lo que necesite, y así cuando encontremos el empleo, tal vez en la misma casa de Caprile y Picasso, podrá tomarlo sin peligro de no poderse desempeñar.

Desde aquel dia Cánepa empezó á enseñar á Lanza el manejo de los libros que necesitaba para entrar á lo de Caprile.

Y no contento con lo que Cánepa le enseñaba, en la tienda de Costa y bajo el pretexto de poder ser mas útil, se hacia