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prestigio entre las marchantas, que preferian siempre ser atendidas por él.

Porqué no solo tenia paciencia para atenderles las mayores impertinencias, sinó que, sin que ellas se las pidieran les iba mostrando todas las novedades de la tienda.

De donde resultaba siempre que algunas se tentaban y compraban lo que no habian ido á buscar.

Es que esto le servia al mismo tiempo para estar de jarana y de conversacion entretenídísima.

Los patrones, que observaban á Lanza para conocer su desempeño, estaban muy contentos de aquel dependiente que les habia caido como llovido del cielo.

—Si empezando recien tiene tanto buen tino para la venta al mostrador, decian, ¿qué será cuando adquiera práctica y entienda realmente las necesidades del negocio?

Era aquel un mozo impagable.

Ahora, entre la gente de poca monta, modistas que iban á comprar sus géneros, costureras y sirvientas enviadas por sus patrones, Lanza habia adquirido un prestigio de todos los diablos.

No compraban en otra parte por nada de este mundo, aunque allí les vendieran mas caro.

Es que Lanza les conocia á todas su lado flaco, y les tocaba, como él decia, la sonata de su preferencia.

Así es que el lado del mostrador donde despachaba Lanza, se veia siempre lleno de ramitos de flores, de otras tantas modistas y costureras que eran al mismo tiempo sus novias y marchantas.

Los otros dependientes miraban por esto á Lanza con una admiracion suprema y trataban de imitarlo en lo posible.

Pero Lanza no tenia imitacion.

El con todas tenia algo especial que conversar que no podia terminar nunca, porqué como tenia que conversar con todas sus marchantas y estas eran muchas, no podia atenderlas todas á la vez.

Apénas hacia un mes que Lanza estaba en lo de Costa, y tenia ya mas despacho que los viejos dependientes de la casa.

Solo en los precios de los géneros no tenia todavía la práctica necesaria, pero como tenia á quien preguntar, esto lo preocupaba poco, no siendo para él ningun inconveniente.

Tan contentos estaban de él los dueños de la tienda, que al pagarle su primer mes de sueldo, se lo aumentáron en una tercera parte mas para que á su vez estuviera mas contento y tomara cariño á la casa.

—Si usted sigue adelantando como hasta ahora y atendiendo los intereses de la casa, pronto tendrá en ella una buena posicion y mejor sueldo.

Lanza, mostrándose sumamente contento, y en consideracion á no haber salido durante aquel mes, pidió un dia entero de licencia, que le fué acordado sin vacilar.

Su primer visita, como era natural, fue para las dos france-