—Me sucede una cosa extraña, dijo Lanza, despues de saludarlas y tratando de dominar su emocion; hoy dije á Anita que saliera á pasear un poco para distraerse, y todavía no ha vuelto á casa.
Esto me tiene afligido porqué temo que le haya sucedido algo.
En vez de responder á Lanza, la vieja se dirigió á la jóven, diciéndole:
—¿No te dije que Anita no andaba pisando derecho?
Si cuando á mí se me pone una cosa, es porqué así no mas debe de ser.
Amigo mio, agregó volviéndose á Lanza, me parece que es inútil que usted espere á su amante, porqué no ha de volver.
Usted es hombre y se le puede decir todo, ¡qué diablo!
Todas las tardes venia aquí un mocito muy paquete, en un carruaje, y salia á pasear con Anita, volviendo siempre á la hora que usted debia llegar.
Adonde iban yo no sé, pero ellos paseaban juntos.
Ayer desde que usted salió, yo noté algo de extraordinario en su jóven compañera.
Vino aquí á buscar una ropa blanca que nos habia encargado, y como no estaba pronta nos ayudó á plancharla.
Cuando yo fuí á llevarle un pañuelo que habia quedado, la encontré acomodando á gran prisa un baúl chico.
—Me pagó una cuenta que nos debia y nos dijo que se iba á pasear por unos dias á Montevideo.
Cuando yo volví á casa dije á ésta lo que pasaba y añadí:
Yo no se por qué se me ha puesto que la vecina quiere jugar una mala pasada á su hombre; tiene una cara que no me gusta nada, y el paseo á Montevideo se me figura que es un simple cambio de domicilio.
Como tuvimos mucho que hacer, no volvimos á pensar en la cosa.
Pero á la tarde, de hoy ya cerca de la noche, sentimos parar el mismo carruaje de siempre, y vimos bajar al mismo jóven que venia todos los dias.
Este pasó á la pieza, estuvo hablando con Anita, y poco despues entró el cochero, quien llevó al pescante el baúl mismo que yo le habia visto acomodar.
Permaneciéron un momento juntos y luego saliéron tomando como para el Retiro.
No era ni hora ni direccion como para ir á embarcarse á Montevideo.
Para mí, como se lo dije á ésta, Anita se ha ido con el mocito aquel, no tengo la menor duda.
No habrán llevado mas porqué los otros baúles no cabian en la volanta, pero ya vendrán á buscarlos, calculando la hora en que usted no está en casa.
¿Qué mas datos que aquellos queria Lanza para cerciorarse de la traicion de Anita?
Le agradeció á la vieja y volvió á su cuarto sin saber lo que habia de hacer.