Página:Carlo Lanza - Eduardo Gutierrez.pdf/115

Esta página ha sido validada
— 115 —

Una de las relaciones que Anita habia contraido, era la de un jóven rico que la conocia desde el casino y que sabia la manera como vivia.

—Déjate de ese tipo, le habia dicho muchas veces, que sin duda te ha hecho el amor para explotarte, y vente conmigo, que á mi lado nada te ha de faltar.

Pero Anita no se atrevia porqué temia á Lanza y al fin y al cabo este no le habia dado ningun motivo para obrar de aquella manera.

El jóven le hacia muchos regalos de dinero y alhajas que ella ocultaba siempre á Lanza con sumo cuidado, porqué si este llegaba á apercibirse de la cosa, sabe Dios lo que hubiera hecho.

El pobre Lanza, por su parte, trabajaba con mas esmero que nunca.

La familia que lo tenia estaba cada vez mas contenta de él, al extremo de haberle aumentado el sueldo, lo que fué para él un nuevo motivo de felicidad.

Pero aquello no podia ser eterno, y tanto su engaño como el de Anita, mas ó ménos tarde habian de descubrirse.

Lo extraño es que no se hubiera descubierto el suyo ya, desde que andaba en el pescante de su volanta precisamente en los parajes mas concurridos y llamando la atencion con su airosa presencia.

El jóven que cortejaba á Anita y á quien no hay para que nombrar, llevábala á pasear á los pueblos cercanos de la campaña y á Palermo, donde pasaban juntos los dias.

Así creia Anita que nunca sería vista por Lanza acompañada de otro hombre.

A pesar de todas las caricias que le hacia, á pesar de todas sus demostraciones de amor, á Lanza se le habia metido una mala espina.

Habia pasado mas de un mes que era cochero en lo de Lima, y Anita no le habia hecho ningun pedido que importara dinero.

Sin embargo, Lanza suponia que aquello no era mas que una nueva manifestacion del amor de la jóven.

Ella sabia que su situacion era apurada y ocultaba todos sus deseos y caprichos por no mortificarlo.

Lanza pensó en que Anita podia serle infiel y le tembláron las carnes, desechando ese pensamiento maldito, porqué nada habia notado que pudiera autorizar una sospecha semejante.

Sin embargo, desde que la tuvo, no pudo dormir tranquilo; parecia que el corazon le anunciaba una nueva desventura.

El jóven enamorado de Anita conocia á Lanza, porqué lo habia visto muchas veces en que acechaba su salida para entrar él.

Y se habia explicado que Anita no quisiera abandonarlo, pues al fin y al cabo era aquel todo un buen mozo.

Sin embargo, no habia perdido la esperanza de desbancarlo, porqué con aquellas mujeres el dinero es el arma principal.