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sas, se extravió en la espesura de los bosques, Pan la vió, y abrasándose su corazon en un fuego amoroso, corre precipitadamente ácia ella. La huida de la ninfa anima al dios, y su ardor redobla la ligereza de la ninfa. El vuelo de la tímida paloma, que rompe los aires acosada del gavilan, no iguala la carrera de Lódona huyendo de un amante odioso. Asegurada por el ruido de sus pasos, que su perseguidor está inmediato, la sangre se le hiela de horror. Ya ve junto á sus pies la sombra de Pan, alargada por la caida del sol, y ya oye su respiracion agitada. En vano implora la ninfa la proteccion de su