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te oía mas que tristes gemidos y gritos espantosos, sin ver otra cosa que objetos de lástima y de horror. Sin embargo apénas tocó su lira de oro, cuando cesaron los tormentos de los culpables. ¡O Sisifo! [1] detúvose el peñasco que estabas condenado á rodar.... Yxion, tú reposaste sobre la rueda de afiladas cuchillas.... Las furias quedaron inmóviles en sus lechos de hierro, y las serpientes que ceñian sus sienes, levantaron las ca-


  1. Sisifo: insigne ladron, condenado á subir un enorme peñasco hasta la cumbre de un monte elevado, el cual así que llegaba á lo alto, volvia á caer á la profundidad, y Sisifo comenzaba de nuevo su trabajo.