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hasta haber logrado la dicha de pasar contigo mis dias, invocando á las musas, y haciendo resonar tu nombre en estas colinas. Sí, Fílida, los pájaros de nuestros bosques cantarán tus alabanzas, y los vientos llevarán sus acentos hasta la mansion del Olympo. ¡Ah! si cantando tú misma quisieses disputar á Orfeo el premio de la armonía, pronto veríamos las selvas admiradas comenzar nuevas danzas.... las montañas se moverian dóciles á tu voz, y las aguas suspenderian su curso para escucharte mejor.

Pero qué ¿los pastores procuran ya ponerse al abrigo del calor del medio dia? ¡Ah! los re-