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su media luna doraba la corriente. La estatua de la augusta reyna de Albion adornaba sus riberas, y sus hermanos hijos del mar colocados al rededor de su trono, le pagaban un abundante tributo. El Dios apareció cubierto de un manto de color de verdemar, que los vientos hacian flotar de una parte á otra. Volvió al instante sus ojos sobre las floridas colinas de Windsor, y despues prorrumpió así: (los vientos callaron, y las aguas cesaron de correr) "yo te saludo divina paz, que hace tanto tiempo espero con anhelo, para que eleves mi gloria hasta los cielos: que la soberbia Roma inmortalice su decantado Tiber.... que el

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