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mente del olvido. Tan propio para encantar los oidos de la parte mas bella del género humano, como para combatir los enemigos de su patria, fue victorioso en los campos de Marte, y no cantó jamas sin que las gracias hubiesen templado su lira.

¡Que no sean mis acentos bastante armoniosos para celebrar las alabanzas de los héroes, de que Windsor fue la tierra natal, y el asilo de sus sepulcros! ¡Ah! Yo cantaria entónces las hazañas inmortales de Eduardo, su carro de triunfo, tirado por Príncipes encadenados, y la victoria ciñendo sus sienes de laureles en los campos de Creci.