Que sientan las naciones
el volar de tu carro, que hallen los corazones
humanos en el brillo de tu carro, esperanza;
que del alma Quijote, y el cuerpo Sancho Panza
vuele una psique cierta a la verdad del sueño;
que hallen las ansias grandes de este vivir pequeño
una realización invisible y suprema;
Helios! que no nos mate tu llama que nos quema!
Gloria hacia ti del corazón de las manzanas,
de los cálices blancos de los lirios,
y del amor que manas
hecho de dulces fuegos y divinos martirios,
y del volcán inmenso,
y del hueso minúsculo,
y del ritmo que pienso,
y del ritmo que vibra en el corpúsculo,
y del oriente intenso
y de la melodía del crepúsculo.
Oh ruido divino!
Pasa sobre la cruz del palacio que duerme,
y sobre el alma inerme
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RUBÉN DARÍO
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